Coaching Directivo: Líder Controlador vs Líder Auténtico
La sensación de falta de control es una de las causas de estrés o bloqueo más habituales en el trabajo, sobre todo para el directivo.
En los procesos de coaching, el estrés o la falta de tiempo se tratan como síntomas y cambiar la percepción del «control requerido» se convierte en la solución, el cambio cualitativo.
Imaginemos un directivo que está envuelto en una campaña de venta intensa que se repite todos los años. Esta persona tiene una idea clara de las cosas que su equipo debe hacer para conseguir el objetivo de ventas.
Por tanto, la estrategia consiste en controlar que las tareas se realizan como vehículo hacia el éxito.
El paradigma es «cualquier interferencia en el cumplimiento de las tareas es un enemigo».
Y aquí está la trampa. La experiencia como directivo y como coach me ha permitido conocer lo que este control provoca:
- Las personas hacen lo que les mandan. Hay una menor implicación emocional y un menor entendimiento de las «órdenes» por no haber participado ellos en la solución. Comunicar bien ayuda, pero solo es un parche.
- Si un miembro de su equipo que acaba de llegar se da cuenta de que haciendo algo distinto los resultados pueden ser mejores, el hábito de pensamiento establecido y la tendencia al control dificultarán que el directivo le escuche.
¿Qué hacer para evitar esta situación? ¿La alternativa a controlar es «no controlar»?
NO… y esto es lo más importante: evitar la ley del péndulo que se produce en todo cambio. El descontrol no es la alternativa. El laissez faire es el enemigo de los cambios en la forma de dirigir personas, pues los malos resultados que provoca dejan al directivo «vacunado». A partir de entonces dirá aquella frase que los coaches escuchamos a menudo de «lo intenté todo y no funcionó».
La alternativa real es un cambio en el entendimiento de la labor del directivo, que conlleva una evlolución en el foco de su control. Es una evolución que se produce de forma natural en el proceso de coaching directivo.
La persona que quiera conseguir la excelencia en la dirección de personas realiza la transición desde «controlar las tareas» a «ser un líder auténtico«. Esta es una transición que implica una evolución personal, no sólo de adquisición de habilidades.
Y la clave será realizar con profesionalidad los procesos de implicación ¿Dónde debe enfocar la atención el líder auténtico? Podemos cambiar la palabra controlar por la de ser consciente de los siguientes procesos, para catalizarlos:
- Cada trabajo es una oportunidad de desarrollo para la persona. La pregunta constante es ¿Cómo ayudo a cada persona a valer más?
- Cada contacto de una persona con el líder es una oportunidad de aumentar su confianza en la organización y en sí misma, al mismo tiempo que permite aumentar su motivación.
- Cada trabajo en equipo es una oportunidad de conseguir un mejor clima y capacidad del equipo.
El líder auténtico es un generador de iniciativa por parte de su equipo, de mayor implicación y creatividad. Es consciente de que no se puede controlar el talento, sólo se puede alimentarlo.
Para todo ello es preciso desarrollar la principal competencia de este líder: aumentar la consciencia de sus propios procesos internos ¿Cómo conseguirlo? El coaching debe permitirle conocerse mucho mejor a sí mismo:
- Sus miedos, sus demonios y sus fortalezas.
- Sus mejores y peores versiones y su patrón de pensamiento en cada una de ellas,
- Lo que le motiva y desmotiva
- Cómo actúa ante los distintos tipos de motivación de sus colaboradores.
Investigar en aquello que tenemos más cerca y al mismo tiempo menos visible: uno mismo. Solo con el estado adecuado se producirán las acciones acertadas.
Al final, es acudir a la misma fuente de sabiduría de siempre, CONÓCETE A TI MISMO.