Vida salvaje de las emociones – 3º fascículo – ¿Para qué duelen las emociones?

 en Inteligencia Emocional

 

¿Para qué duelen las emociones?

 

Muchas veces, las emociones duelen. Cuando esto sucede, nos indica que el programa de pensar y sentir que estamos utilizando no nos sirve ni es eficaz para la situación que nos toca afrontar. Cuando algo es malo para ti, eso provoca dolor.

 

Recuerdo una conversación, un día tomando café con mi amiga Rosa. Es una persona a la que le encanta reflexionar sobre las emociones.

 

¿La emoción provoca dolor o sufrimiento? – me preguntó. Me encantó la distinción y me dejó pensando.

– ¡Qué buena pregunta! – respondí. Pero Rosa no me dejó mucho tiempo… Como solía hacer, se respondió a sí misma.

– Siempre había entendido, y por experiencia propia también creo, el dolor es ‘obligatorio’ y el sufrimiento es ‘opcional’ – dijo, con decisión. – Que te duela una emoción es irremediable, pero sí podemos elegir no sufrir por ella.

– Suena bien – dije, casi para mí.

– Es decir, tengo dos opciones: la primera, recrearme en la triste historia que me duele y sufrirla. Eso me lleva a querer llevarme la razón o a sentirme culpable. La otra opción es aceptar la tristeza y sentirla sin miedo, como si fuera una fiebre, pero sin recrearme en la historia.

– Claro – asentí. – Esto último te permite ser más consciente de las raíces de tu tristeza y conocerte mejor.

– Eso es – remató. – Conocerte y conocer la emoción para después soltarla. Esa era la misión de esa tristeza.

– Imagina que, por poner otro ejemplo, te enfadas con alguien –planteé, para dar más vida aún a las excelentes intuiciones de Rosa. – Puedes irte enfadado porque crees tener razón. Surge el patrón de recrearte en la situación, lo que te hace enfangarte más en el enfado y en “tu razón”.

– Suena como si el enfado fuera el cemento con el que se consolida tu interpretación de la situación ¡Qué fuerte! – exclamó Rosa.

– Exacto – le respondí. – Eso te aleja de verla con la perspectiva adecuada para comprenderla de verdad y masticar lo sucedido.

– Pero eso es garantía de sufrimiento. Es poco inteligente. Estás viviendo internamente una historia en la que deseas que el personaje que representas luche y acabe ganando, pero en realidad es una lucha sin fin. Eso te aleja de la felicidad.

– ¿Pero alguien dijo que el ser humano siempre utiliza su inteligencia? – le pregunté … Nos dirigimos los dos una mirada de complicidad y nos reímos con ganas.

 

«Si somos conscientes del propósito que tiene la emoción, podemos modificar ese hábito o patrón de pensar-sentir de nuestro inconsciente», decía Jung.

– Si comprendemos y respetamos la forma que teníamos de pensar-sentir, podremos observarla con curiosidad, ‘conversar’ o interactuar con ella – continué. – Entonces será posible modificarla por otra forma de pensar-sentir que sea más eficaz.

– Sí, ya entiendo – dijo Rosa, como haría una alumna que ya ha aprendido la lección. – De esta manera, evitaremos revolcarnos en emociones que nos hacían sufrir y que ya no nos sirven. Pero ¿qué quieres decir con ‘conversar’ con la emoción?

– Pues que cuando observas la emoción como algo orgánico, puedes ver lo que quiere defender y la comprendes mejor. A eso le llamo ‘conversación interna’ – respondí. – La emoción se generó en ti para ayudarte. Por tanto, comprendes también los pensamientos que vinieron con ella y que te resistías a abandonar.

– Entonces se produce la aceptación – contestó. – El momento en que tocas tu punto tierno. Algo tan duro como liberador.

– Es necesario – continué. – Después de eso surge una nueva forma de enfocar la situación, un nuevo patrón de pensar y sentir. Esto, de forma natural, llevará a una solución diferente. La comprensión implica un nuevo enfoque. Entonces surge una vía de salida imposible de ver antes.

– Estamos hablando como si las emociones tuvieran vida propia – dijo Rosa mirándome a los ojos, después de un pequeño silencio.

– Sí, Rosa, es la vida salvaje de las emociones – dije, con una sonrisa. No sabía hasta qué punto esto era cierto.

Calma y acompañamiento. Las claves para superar emociones difíciles.

 

Todo esto no se consigue fácilmente. El cambio de perspectiva necesario para que surja la nueva comprensión y la nueva solución necesita aceptación. Sin serenidad, sin el estado de calma mental necesario (que inevitablemente va con la calma corporal), el ser humano se resistirá a aceptar.

Recuerdo una conversación que mantuve con Samuel dos meses después de nuestra última sesión. Una persona me agarró del hombro mientras iba paseando por la Plaza del Mercado.

 

– ¡Luis! – me dijo.

– ¿Samuel?

– Claro ¿Quién si no? – me respondió. Era la misma persona, pero parecía que se había quitado diez años de encima. Nos dimos la mano efusivamente.

– ¿Cómo te va? – le pregunté.

– Muy bien, la verdad. Oye, qué casualidad que te encuentre, hoy pensé mucho en ti – me dijo.

– ¿Ah, sí? – le pregunté con curiosidad, sonriendo.

– Es que la verdad que veo las cosas de otra manera, y fue gracias a nuestras sesiones. Quería decirte que me sentí tan comprendido y tan bien acompañado… Las sesiones eran momentos de sosiego dentro de un mar de tormentas. Eran un verdadero descanso del guerrero… pero un descanso diferente. Ese espacio me permitía pensar, Luis – afirmó.

– Cómo me alegro de lo que me dices, Samuel.

– Fue como si, gracias a esa claridad de pensamiento, toda la situación diera un vuelco. Pareciera como si todo hubiera cambiado a pesar de que la situación, objetivamente, era la misma.

 – Ja, ja. El mérito fue todo del pensador, Samuel – dije. Me hacía gracia su vehemencia.

– Luis, lo que haces es muy grande. Lo sabías ¿verdad? Creo que en aquel momento no le di la importancia que tenía. No te lo agradecí lo suficiente.

– Solo soy un artesano con la mejor intención – le dije.

 

Sinceramente, es lo que pienso. El coaching es un oficio muy agradecido. Si haces bien tu trabajo, haces mucho bien. Le proporcionas a las personas la distancia sobre la situación que necesitan. Ganan tal sensación de espacio ¡que lo notan en su cuerpo! Muchas veces notas cómo respiran con alivio, cómo se relajan… igual que si soltaran una enorme mochila.

 

En el momento en que Samuel consiguió PERSPECTIVA Y CALMA

  1. Puso sobre la mesa su frustración y rabia y se permitió sentirlas de forma sincera y comprensiva.
  2. Comprendió para qué estaban ahí, qué era lo que querían decirle.
  3. Una vez se dio cuenta de la ineficacia de su anterior patrón de pensar y sentir, reflexionó sobre el verdadero propósito detrás del estilo de vida que quería mantener con su rabia (la felicidad de su familia) y se dio cuenta de que ese propósito era más importante que ese estilo de vida.
  4. Se dio cuenta de que lo realmente importante era conseguir dicha felicidad en ese nuevo entorno, con lo que su mundo interno cambió de forma natural.
  5. Consciencia y cambio van de la mano. De esta forma, surgieron nuevos patrones de pensamiento y emoción, y lo mejor es que surgieron de forma auténtica, sin dejar deudas emocionales del pasado.

 

Además de todos los libros de autores occidentales, también profundicé en la lectura sobre filosofía oriental y me sorprendió la claridad con la que se describía en el “I Ching”, el libro de los cambios’ el equilibrio entre dos fuerzas: el crecimiento y la paz. Según este libro arcano, la felicidad consiste en el perfecto equilibrio entre ambas fuerzas universales. También lo es para los psicólogos positivos y humanistas, que no conciben una fuerza sin la otra: el crecimiento o reto sin paz genera ansiedad; la paz sin el crecimiento o el reto, carece totalmente de sentido.

 


Autores: Daniel Álvarez Lamas y Melisa Terriza.

Gracias a Renata Otero y Marian Cobelas por sus aportaciones. 

Colección: Vida Salvaje de las emociones. 30 fascículos. 



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