PNL y Coaching: Alianza estratégica en la línea del tiempo
El proceso de acompañamiento de coaching es un itinerario, con sus sendas, sus bordes, sus nodos y sus hitos. Se trata de un recorrido muy emotivo e intenso, dinámico y cambiante, en el que hay crecimiento, superación, realización personal y disfrute.
Cuando el coachee, ayudado por el coach, es capaz de establecer metas retadoras, cuidando que esas metas estén soportadas en valores y, que esos valores, lleven la semilla de la ilusión, de la motivación y de la confianza, se está en la ruta adecuada, para recorrer el itinerario que va desde el estado actual hasta el estado deseado.
Para que una meta sea retadora, debe de ser: medible, específica, realista, ética y ecológica. El coachee debe de contar con los recursos que necesite en cada una de las etapas de ese recorrido, o facilidades para conseguirlos; un plan estratégico y un marco temporal.
Coach y coachee, deben de estar atentos al feedback o información de retorno que van generando las diferentes tareas del plan establecido. Analizar si la ecuación rentabilidad esfuerzo está ajustada, la orientación es la adecuada y el progreso es visible. Comprobar si hay que incrementar o disminuir la intensidad de la actividad, hacer tareas diferentes o dejar de hacerlas.
A lo largo del recorrido, pueden surgir dilemas, dudas e incertidumbres. Estas situaciones, necesitan altas dosis de decisión, de innovación y de creatividad, para evitar nudos y atascos y así, permitir que el plan diseñado, siga su curso normal, en tiempo y en forma.
En todo el proceso se debe de cuidar la regulación conductual, donde la economía y la ecología deben de estar alineados con los mecanismos moleculares y los molares, con el fin, de crear un círculo virtuoso de maximización y de optimización. Se trata, de generar un espacio vital, que a modo de atractor, conduzca al coachee, de forma segura, desde el momento inicial a la meta final.
En realidad estamos ante un diagrama de condicionamiento instrumental, vivo y dinámico, en el que la respuesta instrumental (R), sucede en presencia de estímulos distintivos (E) y produce la consecuencia reforzante (C).
La tarea, consiste en crear el contexto estimular, que permita la respuesta adecuada y genere las consecuencias esperadas. Es el momento de analizar, si los reforzadores, afianzan el proceso, motivan e ilusionan y, además, son el centro del punto de deleite conductual del coachee.
Dentro de este plan estratégico, una de las áreas clave, para que todo el proceso tenga éxito, es la de diseñar una línea del tiempo, en un espacio real, de forma precisa, dividida por etapas.
A continuación, se debe de situar virtualmente al coachee en la meta final, para que le permita viajar en el tiempo y, así, poder anticipar el futuro al presente y vivirlo intensamente.
Es muy importante, asociar al coachee a ese instante de gloria, aquí la maestría del coach es fundamental, para hacerle revivir una experiencia sensorial plena.
De forma sutil y pausada, le irá diciendo “ves lo que ves”. Atento a su lenguaje corporal, le seguirá diciendo “oyes lo que oyes”. Una vez comprobado que lo está procesando, continuará diciendo “sientes lo que sientes”.
Una vez que el coachee está plenamente asociado con esa sensación de logro, es el momento, de generar una mayor intensidad de esa vivencia, en tal sentido, las preguntas del coach, van a ser a ser fundamentales:
¿Dónde estás? ¿Con quién estas? ¿Qué te dicen? ¿Qué sientes? ¿Dónde lo sientes?
De nuevo el coach toma la iniciativa y pregunta:
¿Para que esto sea posible? ¿Qué ha tenido que ocurrir previamente y cuándo?
Dando un paso atrás con el coachee en el espacio físico, busca la fecha del acontecimiento (día, mes, año)
En este punto deben de surgir tareas concretas en escenarios precisos, con actores reales, así como, el resultado de sus consecuencias.
Este recorrido hacia atrás, debe de realizarse de forma precisa, marcando las diferentes etapas, hasta ubicarse en el momento presente.
Una vez desandado el camino, llega el momento del punto de vista analítico, en que el coachee, en situación de disociado, analiza todos esos pasos que vino dando hacia atrás. Debe de comprobar que son coherentes y posibles, de no ser así, puede incorporar nuevas tareas, acortar o alargar plazos, incrementar o disminuir recursos, escenarios o actores.
Ahora da comienzo la tercera fase de esta línea del tiempo, en la que coachee, asociado a la situación real, acompañado del coach, inicia el recorrido que va desde el estado presente hasta el estado deseado.
Dando los pasos precisos, en la fecha establecida, con las tareas acordadas, en los escenarios apropiados con las personas aliadas, tal como quedaron establecidos en el proceso hacia atrás y con las modificaciones, si es que las hubo, en el proceso analítico. El coachee, revive intensamente esa situación de presente continuo y celebra cada uno de esos éxitos que de forma irreversible, le van a conducir a la victoria final.
El plan estratégico, diseñado a través de la línea del tiempo, es fruto de la alianza entre el coaching y la PNL, dos disciplinas, tan diferentes en determinados aspectos y tan similares en muchos otros. Cuando deciden caminar juntas, crean una tercera vía, de conocimiento y de aprendizaje, que nos permite andar y desandar el tiempo en cada una de nuestras historias de vida, con fluidez, a través de esa autopista mágica que discurre entre el consciente y el inconsciente.
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