La verdadera fuerza del coaching: potenciando a TODAS las personas en las organizaciones.
Todo aquel que haya realizado una o varias sesiones de coaching percibe la mejoría en su forma de pensar y actuar en poco tiempo. Una mejoría palpable por quien la experimenta y por quien le rodea, con lo cual es la mejor tarjeta de visita para el profesional del coaching.
Pero cuando hablamos del coaching dentro de las organizaciones creo que cometemos los profesionales dos errores fundamentales que acaban asustando a la empresa para desistir de la idea de la conveniencia de que su plantilla reciba sesiones de coaching.
El primero está en enfocarnos exclusivamente en lo que se conoce como coaching directivo. Los responsables de RRHH ven las sesiones de coaching como algo solo válido para los altos niveles de su staff, donde a los trabajadores de ‘a pie de obra’ no se les considera una formación similar. Esto es un craso error ya que de poco vale dar sesiones de coaching a una parte de una empresa si el resto de la misma no van en la misma dirección.
El segundo está en enfocarnos a las sesiones individuales de coaching. Cualquier persona a nivel individual le puede convenir asistir a sesiones de coaching, peo siempre las visualiza de forma individual: coach-coachee. Las empresas lo ven de la misma forma y consideran que el precio de formar uno a uno a todos sus empleados y la pérdida de tiempo no les compensa, con lo cual prefieren cursos, seminarios o acciones formativas antes de recibir sesiones de coaching. El error radica en el hecho de que no sabemos explicar a las empresas que el coaching, aunque preferiblemente es individual, también puede impartirse en la modalidad grupal. Lógicamente no es lo mismo ni se emplean las mismas técnicas, pero conceptualmente ambas acciones son coaching.
En una situación de crisis actual, muchas organizaciones pasan para sobrevivir por reinventarse a ellas mismas, marcar nuevas formas de trabajo más efectivas y enfocarse hacia nuevos objetivos. Pero esto no solo la cúpula directiva, sino también todos los miembros que componen la plantilla, poniéndose claramente de relieve la importancia del coaching como medio dinamizador de estos cambios y de cómo afrontarlos.
En tiempos de bonanza, el coaching y la empresa se unen por la cúpula, es decir, como formación a los altos directivos. En tiempos de vacas flacas, se unen troncalmente, es decir, coaching a todos los miembros porque los cambios afectan a todos.