(II) FUNDACIÓN VICENTE FERRER: Razón para hacer, razón para existir.
“Si tienes un para qué, tienes una razón para vivir” (Viktor E. Frankl)
Por Zoubeida Foughali
Y es que la razón para vivir no está en una sola cosa, pero sí en todo lo que hacemos. Actuando creo mi vida y para ello necesito estar conectada a una razón más grande que yo misma.
No se trata solamente de mí, se trata de nosotros: Tú, yo y las demás personas.
Compartiendo estas creencias, ideas, formas de vivir… nuestro grupo formado por siete personas, pudo vivir la experiencia en la Fundación Vicente Ferrer. Cuando nos llegó la llamada de Daniel proponiendo participar en el Proyecto de formación y coaching en RDT (Rural Development Trust –nombre oficial de la fundación-), dijimos SI inmediatamente. Compartimos el mismo OBJETIVO: Servir a través de pequeñas acciones.
Llegue a RDT pensando que sé casi todo sobre la Fundación, y que es como muchas otras trabajando en el campo de la ayuda y la solidaridad.
Pero, descubrí otra realidad, descubrí que no se trataba simplemente de ayudar, era más amplio e impactante que esto. Se trataba de colaborar en el desarrollo integral de toda una región y cuidaba todas las áreas humanas, confirmando que las pequeñas acciones pueden cambiar el mundo. Y que este cambio debe ser creado y generado por el mismo pueblo.
“La miseria humana no está aquí para entenderla, pero sí para resolverla” (Vicente Ferrer)
Si, se trata de dar soluciones implicando a cada persona en estas respuestas, actuando, haciendo, compartiendo, creciendo…
Palabras de una trabajadora en RDT: “Una persona sola no puede hacer nada”. Se trata de cuidar la comunidad y el esfuerzo común.
Otra frase bien escuchada allí y practicada: «Si juntamos las manos, podemos transformar el mundo» y en este caso, sí, RDT pudo transformar el área de Anantapur.
Pudimos confirmar todo esto durante nuestro trabajo compartiendo conversaciones, sesiones de coaching, practicando la escucha y manteniendo nuestros ojos abiertos y nuestras almas despejadas. Juntamos nuestras manos a las del resto de los y las trabajadoras: directoras/es, líderes de cada departamento y proyecto, doctoras/es y enfermeras/os… y a las de cualquier otra persona que trabajaba allí. Es como una cadena y cada persona supone un eslabón importante.
Aprendí con cada persona muchas cosas durante mi vivencia allí. Entre ellas:
- La importancia de conectar con el “Dharma”, propósito de mi equipo, nuestro Proyecto, la organización. Me mantiene enfocada y comprometida. Superar las dificultades que van surgiendo en el día a día. Un equipo es un órgano vivo y se va transformando con la experiencia y sus circunstancias. El Dharma en RDT es: Ocuparse de las personas pobres y necesitadas y servirlas.
- Trabajando en equipo, es más productivo pensar: «¿Cómo hacemos?» en lugar de “¿Cómo lo hago?” …
- La pobreza si se puede erradicar y RDT es un ejemplo de este saber hacer.