Las Fases de Aprendizaje de nuestras Competencias Conscientes: cómo el Coach acompaña en el proceso de adquirir nuevas habilidades

 en Coaching, Etapas emocionales, PNL

Michelle Quinn. Coach internacional de equipos certificada por ICC

MI Bicicleta – una historia de aprendizaje

 

La bicicleta es un vehículo curioso. El pasajero es su motor.»  John Howard (ciclista olímpico)

 

Muchas y variadas son las citas sobre las bicicletas y el placer sencillo de su paseo. Creo que los que aprenden a montar en ese vehículo tan notable, y a la vez humilde, nunca se olvida de ese gran momento cuando por fin se halla ese punto de equilibrio, esa armonía con ese amigo de metal.

 

Varios y variados han sido estas compañeras de dos ruedas a lo largo de mi vida y cada uno ha compartido conmigo distintas sensaciones y experiencias. Desde el primer momento fue una sensación de libertad que me aportó haber aprendido esa nueva destreza, esa nueva habilidad, y mi aprendizaje se completó el día que sentí ese compañero como una extensión de mi propio cuerpo. Se convirtió en una herramienta más de mi existencia.

 

Aun así, me acuerdo cuando no existía en mi vida ni la mera ocurrencia de querer subir en semejante cosa, simplemente porque desconocía su utilidad ni el placer que me fuera a proporcionar.

 

Al ser inconsciente de esa incompetencia, hasta ese momento me pareció hasta irrelevante. Lo que uno no conoce, no puede echar de menos.

 

 

Lo que el ojo no ve y la mente no conoce, no existe” D.H. Lawrence.

 

Sólo que un día alrededor de los 9 años, me llamó la atención que fuera la única de toda la clase que no tenía esa habilidad adquirida, el requisito necesario conjunto con una bici-compañero, para participar en un curso de ciclismo vial. Fue el paso de no tener consciencia de esa incompetencia a tener consciencia de esta incompetencia.

 

 

Aún recuerdo esos arduos paseos antes del curso, intentando en vano buscar un equilibrio donde parecía imposible. ¿Cómo no caerse de semejante artilugio que ni siquiera puede mantenerse en pie por si solo tampoco? Nunca me había parecido tan largo y gris esa explanada marítima.

 

 

No obstante, un buen día, indudablemente resplandeciente en mi recuerdo, perdí el equilibrio una vez más y paré. Pero esa vez al mirar hacia atrás pude comprobar que mi padre ya no estaba ni detrás de mí ni a mi lado. Estaba saludándome desde un punto muy lejano y me invadió un orgullo de haberlo conseguido. ¡Lo había conseguido! La práctica concienzuda y la buena orientación de mi padre-coach me permitieron poder al menos asistir a ese curso sin caerme demasiadas veces, aunque la técnica y estilo estaban aún por definir.Ya había alcanzado ese nivel de competencia consciente.

 

Curiosamente, se me escapa de la memoria el momento en que esa habilidad se convirtiera en algo casi automática, en una competencia inconsciente. No me acuerdo de ese momento en que ya no tuve que vigilar cada movimiento para coordinarme con mi compañera “Gypsy Sunbeam” – roja y brillante como la alegría misma.

 

«Siempre que veo a un adulto encima de una bicicleta recupero la esperanza en el futuro de la raza humana«. H. G. Wells

 

Muchos años más tarde, cuando fui a elegir un modelo nuevo que pude pagar con mis primeras ganancias fue cuando, al volver a casa montado en ello, que pude comprobar que guardaba la facilidad de pedalear con equilibrio.

 

La destreza afinada, y la sensación de fluir con esa compañera y posteriores, me llegó cuando fui plenamente consciente del placer y satisfacción que me aportaba recorrer más y más kilómetros juntas, cuesta arriba cuesta abajo, entre árboles en sendas arenosas o al lado del mar siempre cambiante. Con sol o contra-viento, en pueblo o ciudad. Supe deslizarme en cada entorno con la misma fuerza y ligereza, sintiendo que yo formaba parte de mi bicicleta, y la bicicleta formaba parte de mí. Llegó el punto de dominio.

 

Estas etapas desde la inconsciente incompetencia hasta la inconsciente competencia (y si subimos un peldaño más, hasta el dominio) ocurre en cada ejercicio de aprendizaje de nuestra vida. No nos acordamos, pero hubo un momento que ni siquiera supimos decir “mamá” ni que fuera necesario. Una vez entendidas las recompensas, practicamos hasta que nos saliera bien para reclamar comida, cariño o atención. Una vez superada esa palabra, añadimos otras y luego construimos frases… Nuestras madres, y nuestros padres, eran indudablemente nuestros primeros coaches, nos acompañaron y nos guiaron en nuestros primeros y importantísimos aprendizajes.

 

Al ser consciente de las etapas del aprendizaje nos aporta un valor añadido en las nuevas tareas que emprendemos; la motivación. En inglés hay dos dichos relevantes que se podría citar: “If at first you don’t succeed, try, try again”(Si al principio no lo consigues, prueba e inténtalo otra vez) y “Practice makes perfect”(La práctica hace la perfección). Cierto es, no obstante, que habrá algunas destrezas que pueden quedarse por el camino, abandonadas en la etapa de la consciente incompetencia, por miedo, por falta de tiempo o dinero.

 

 

Un antiguo alumno mío, músico, profesor y escritor respetado, afirmaba que todo el mundo es musical, simplemente habría que encontrar su manera de aprender. Yo afirmo lo mismo cada vez que alguien acude a mí diciendo: “el inglés se me da fatal”. Simplemente, hay que escucharle para encontrar su objetivo y la motivación detrás de ello, escucha como se expresa para identificar su estilo de aprendizaje (auditivo, visual etc.- PNL) y qué inteligencia o competencia resalta más (interpersonal, intrapersonal, lingüística, lógica, física – “Las Inteligencias Múltiples) y adaptar el material y el método para acompañarle. A partir de ese momento, solo es disfrutar. Enseñar no se trata de “impartir” sino de “compartir” el viaje.

 

 

Para un Coach, cualquiera que sea su especialidad, educativo, de equipos, ejecutivo, de deporte, toda la información acerca de las etapas del aprendizaje, y de los estilos de aprendizaje, nos ayuda a cumplir con nuestra vocación de forma más adecuada, generativa y auténtica. Cada persona es distinta, cada equipo es distinto, cada sistema es distinto y cada miembro que lo compone.

 

Cuando aprendimos a montar nuestras bicicletas, o a nadar, o atarnos los cordones, se almacenó esta información en nuestra memoria a largo plazo. Esta información se puede recuperar hasta muchos años más tarde. Esta “memoria procedimental”, o “implícita”, implica que hubo un “aprendizaje procedimental”, la práctica, esencial en el desarrollo de cualquier destreza motor o cognitiva. Incluso, podemos corregir para mejor las formas, por eso la neurociencia habla hoy en día de la “neuroplasticidad”, el cerebro es amoldable, es “plástico”. Cuando creamos nuevos hábitos, nuevas prácticas, a través del aprendizaje consciente, creamos nuevos circuitos neuronales, otras carreteras viables a que recurrir ante obstáculos aprendidos o novedosos.

 

Si como Coaches somos conscientes de los procesos de aprendizaje de nuevas habilidades, de la asimilación de nuevas herramientas, de la miríada de estilos de aprender, teniendo en cuenta incluso los conocimientos que nos aporta la PNL o la neurociencia, nuestra experiencia con nuestros coachees solo se verá enriquecida, además de forma mutua.

 

 

Vuelvo al punto de partida: Mi bicicleta. Esa habilidad motriz adquirida se ha fusionado con otras habilidades aprendidas, a nivel consciente para convertirse en algo que fluye.

 

 

«Cuando el día se vuelva oscuro, cuando el trabajo parezca monótono, cuando resulte difícil conservar la esperanza, simplemente sube a una bicicleta y date un paseo por la carretera, sin pensar en nada más». Arthur Conan Doyle.

 

 

Durante mis paseos practico “mindfulness”, escucho mi respiración, soy consciente de cada parte de mi cuerpo que está involucrado en el viaje, noto el esfuerzo de mis piernas, mis brazos, el dolor de la muñeca por una mala postura, soy plenamente consciente de mi misma. Y a la vez, reparo en los sonidos, los olores, las vistas, los pájaros, las sonrisas y los dolores ajenos.

 

 

Realmente es una experiencia privilegiada, tanto como el privilegio de poder a acompañar a otras personas en sus propias sendas.

 

 

Necesitamos de los demás para aprender. Qué bello es sentirse acompañado en el viaje. 

 

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