“La unión hace la fuerza: Equipos humanos orientados a la entrega de talento y la excelencia”
Cuando pronunciamos esta frase: “ la unión hace la fuerza”, todo el mundo sabe de qué estamos hablando.Si decimos 1+1 es más que dos en el contexto de lo humano, tampoco a nadie extraña.
Resulta que cuando las personas ponen a disposición de otras sus capacidades, sus experiencias, su riqueza humana, sabemos y es claro para todos que surge algo que supera con creces la suma de las aportaciones individuales.
Un ejemplo de esto lo vivimos quienes colaboramos en la organización de las Xornadas Internacionais de Coaching 2012 ( Xic_12) , que tuvo lugar recientemente en Santiago de Compostela.
El resultado de las Jornadas fue extraordinario, y es cierto que no se llegó a él por casualidad, sino por causalidad. El trabajo se realizó con total implicación, responsabilidad y alto nivel de competencia; condiciones que emergen cuando las personas están dispuesto a entregar lo mejor de sí mismo.
Esta vivencia personal me sirve de ejemplo para explicar cómo los proyectos y las empresas necesitan, sobre todo, que las personas entreguen su talento al conjunto. Surgen de esta forma los llamados técnicamente “Equipos de Alto Rendimiento”, aunque en esta ocasión y para ilustrar mejor lo que quiero compartir, prefiero hablar de equipos humanos dispuesto a la entrega de talento y a la excelencia, porque para mí tiene un efecto tanto extrínseco, como también intrínseco. El equipo alcanza grandes resultados, y al tiempo sus miembros obtienen una alta satisfacción.
¿Cuáles son las claves para alcanzar este nivel de excelencia y satisfacción?
Por una parte, el liderazgo es clave para que todo esto pueda suceder. El líder es aquel a quien el grupo elige para que le sirva. Cuando esto sucede así, nos encontramos con el mejor liderazgo. Así que, en la medida en que el líder comprenda que su labor es estar al servicio del equipo y favorecer el trabajo de éste, las cosas empiezan bien.
Por otra parte, está la capacidad dialógica del equipo, la capacidad para poner en común sus ideas, propuestas, competencias, experiencias, y todo ello al servicio de la creación de valor. El equipo busca un resultado que será apreciado y valorado por quien toque: clientes, usuarios, partners, etc.
Por tanto, es preciso que tanto el líder como el equipo aborden “la tarea” :el líder ha de comprender cuál es su función principal, servir al equipo. Esto supone alcanzar la visión, y llevarla a sus actitudes y operativa; y el equipo tiene la tarea de entablar un diálogo capaz de sortear y solucionar los problemas que la propia creación de valor les plantea, porque la creación de valor genera inestabilidad y pone al equipo a trabajar. Ese diálogo tiene que hacer posible la puesta en común y el reconocimiento mutuo. También ha de estar sustentado por la calidad de la relación que se va generando. Solo cuando estos ingredientes se han echado en el puchero, todo lo demás viene por añadidura: compromiso, iniciativa, responsabilidad, ilusión, logros…
Se explica entonces que los equipos de alto rendimiento necesitan un liderazgo a su servicio, y que el equipo haya desarrollado la capacidad de dialogar constructivamente sobre lo que afecta a la creación de valor.
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