El maestro coach: generando creencias potenciadoras
Un día un viajero recorría una senda desde un pueblo a otro. Mientras caminaba vio un monje que labraba la tierra. El viajero se acercó al monje y le dijo:
«Disculpe, me dirijo a la aldea que hay en el valle y me gustaría preguntarle qué tal son las gentes que allí habitan». «Dígame, dijo el monje: ¿cuál fue su experiencia con las personas del pueblo del que viene?»«Terrible respondió el viajero. Para ser honesto, me alegro de estar lejos de ese pueblo. Me parecieron personas muy poco acogedoras.
Cuando llegué por primera vez fui recibido con frialdad. Nunca me hicieron sentir parte del pueblo, sin importar cuánto lo intentara».«Lamento decirle, dijo el monje, que su experiencia en la aldea del valle será muy parecida». El viajero bajó la cabeza con desaliento y siguió caminando.
Unos meses más tarde, otro viajero que viajaba por el mismo camino se encontró con el mismo monje. «Buenos días, joven viajero. ¿A dónde se dirige?» «Vengo del pueblo de las montañas y voy a la aldea en el valle, respondió el viajero. ¿La conoce? ¿Sabe lo que allí me espera?»«Sí, la conozco, respondió el monje, pero antes, dígame, ¿qué tal fue tu experiencia en las montañas?»«Fue una experiencia maravillosa. Me hubiera quedado si hubiera podido, pero me he comprometido a seguir viajando. Me sentí como si yo fuera un miembro de la familia. Los ancianos me dieron muchos consejos, los niños reían y bromeaban conmigo y en el pueblo, en general, eran amables y generosos. Estoy triste por tener que alejarme de ellos.» El monje sonrió al viajero y le dijo: «En la aldea del valle encontrará gentes muy parecidas y seguro que disfrutará de la experiencia». El viajero aceleró el paso para llegar cuanto antes a su destino.
Las creencias son los cristales a través de los cuales observamos la vida. En ocasiones las lentes están distorsionadas y nos llevan a ver las cosas de forma muy diferente a cómo son en realidad. Las creencias se adquieren en el pasado, se educan en el presente y se disfrutan o padecen el futuro.
El caso más conocido acerca de las creencias educativas es lo que se conoce como el «efecto Pigmalión». El experimento fue llevado a cabo por Rosenthal y Jacobson: se dio a los profesores de una escuela una relación de alumnos que supuestamente tenían unas capacidades por encima de la media. En realidad, estos alumnos habían sido elegidos al azar. Los resultados demostraron que estos alumnos experimentaron un avance intelectual mayor que el del resto de sus compañeros a lo largo de ese curso escolar. El maestro coach aplica el efecto Pigmaliónen tres fases: creer firmemente en el aprendizaje de sus alumnos, tener la expectativa de que se va a cumplir y acompañar con mensajes que animen su consecución.
En todas las personas existen creencias potenciadoras, que nos ayudan a vivir felices y de la forma que más nos conviene; creencias limitantes, que son contraproducentes ya que nos conducen a emociones y conductas negativas formándonos barreras; e introyecciones, que son las creencias que adquirimos e incorporamos provenientes de personas que son importantes para nosotros.
El maestro coach genera creencias potenciadoras en los alumnos provenientes de sus propias creencias a lo largo de su experiencia educativa.
El maestro coach cree firmemente que es posible pasar de la escuela que somos a la escuela que queremos ser. Algunos ejemplos de otras de sus creencias son:
- La escuela es un lugar donde se disfruta y se aprende, tanto el profesor como los alumnos.
- Si trabajamos con ellos individualmente, lograremos grandiosos resultados colectivos.
- El milagro educativo es amar las ganas de enseñar y de aprender.
- El aula es un lugar donde más que enseñar, se aprende, se hace y se innova.
- Se logran mejores resultados en una escuela donde se aplaude y no se castigan los errores.
- No hay fracaso, solo experiencias positivas.
- Una educación encaminada a estimular la formación integral del alumno no puede conseguirse de forma inmediata, pero es la única educación hacia la que vale la pena dirigir nuestros esfuerzos.
¿Y si esta vez tenemos más razón los que creemos que aquellos que no creen?