El entrenamiento de los sentidos. Por Carlos Grau B.

 en Inteligencia Emocional, Todas las publicaciones

Una percepción más auditiva de lo que nos rodea.

sentidos       De todos los sentidos, la visión es para el cerebro el más importante, y es situada por este en un lugar de excelencia a la hora de recibir los estímulos que rodean al ser humano. El 80 % de la información recibida entra a través de los ojos, no únicamente las imágenes, sino todas las sensaciones que las acompañan. ¿Qué ocurre cuando ese canal no funciona? ¿Cómo se reordena nuestro campo sensitivo? ¿Cómo influye en la práctica del coaching?

Imaginemos una autopista de diez carriles. Obviamente, cada uno de ellos supone un 10 % de lo que sentimos. En la mayoría de las ocasiones, nuestro cerebro actúa como un policía que indica que de esos diez carriles, ocho son únicamente para los estímulos visuales. De este modo, los cuatro sentidos restantes tienen sólo un 20 % de pista para poder transmitir lo que reciben. No es que aquello que se desecha es superfluo, sino que no es posible ser consciente de todo. De este modo, cuando se habla de una persona ciega como es mi caso, se menciona en ocasiones la agudeza de los sentidos cuando es más una cuestión si me lo permitís, de lógica aplastante ya que al no tener su principal fuente de estímulos, el policía abre al resto de sentidos el tráfico de esos ocho carriles reservados al campo visual.

En un colegio al que fui a hablar sobre motivación y discapacidad, tras los diez minutos autobiográficos, hay lugares y lugares, y ese escenario lo veo mucho más propicio para que los chavales pregunten lo que quieran, uno rompió el hielo así: «Y si no ves… qué mal ¿No?» Le respondí que según, podía pensar que qué mal o qué bien, porque mientras miras, hay cosas que no escuchas. Puedes fijarte en cómo va vestido tu compañero de trabajo, en su peinado, en su expresión, risueña, sombría, pero…. ¿y su voz? ¿Cómo son sus inflexiones? ¿Los silencios entre las frases o las palabras? ¿y su tono? ¿Es agudo, grave? Un vidente no entrenado se daría cuenta de esto en casos exagerados de cambios de textura, timbre o tono.

Recientemente volví a ver la película Esencia de mujer, en la que Al Pazino interpreta a un Teniente Coronel del ejército de EEUU retirado al quedar ciego tras un accidente. El film nos narra unos hechos que acaecen años después, tiempo en el que Frank, que es como se llama, ha ido acostumbrándose a los nuevos estímulos. Se da cuenta de que alguien le saluda militarmente en una habitación sin ruido. Percibe una sensación de carga en el ambiente porque su acompañante tiene un problema personal, etc.

Estos hechos pese a ser producto del cine podrían ser reales. Hay algo que el cliente no ha mencionado todavía, pero tú sabes que está ahí. No es una simple intuición, es que el aire que te rodea se vuelve ligeramente más denso, más pesado, es esa sensación de carga. Ocurre del mismo modo con los tonos de voz, ya que en ocasiones el rostro del cliente no transmite lo mismo que su voz, hecho que se da en mi opinión por varios motivos:

Si la persona está hablando y aquello que cuenta le produce una emoción, esta actúa momentos antes sobre la voz que sobre el rostro, lo que nos lleva al segundo motivo. Nuestro entorno está habitado por personas con los cinco sentidos, pero fundamentalmente visuales. Por ello, aunque no queramos, tendemos a controlar más nuestros gestos que nuestra voz. Es por ello que si como coaches entrenamos nuestros sentidos, recibiremos de forma más nítida aquello que nos transmite el cliente.

¿Cómo? ¿Alguien dijo no es posible? Ah, perdón, me pareció entender eso. El entrenamiento de una habilidad nos permite mejorar en la práctica de la misma. Te invito a entrenar por ahora el sentido del oído, teniendo en cuenta que la meta no es escuchar mejor, sino aumentar la atención en la escucha.

Para empezar el ejercicio acude a un lugar animado. Puede ser un parque, la terraza de un bar, una estación de tren o un aeropuerto. Cierra los ojos y respira profundamente concentrándote en tu respiración. Intenta escucharla. Mientras la sientes, expande el foco de tu atención a los sonidos te tu entorno más cercano. Escúchalos y analízalos. ¿Qué te dicen? Recuerda mantener los ojos cerrados.

Presta atención a las capas de sonido que te rodean. Date cuenta que hay algunas que atraen tu inmediata atención y otras son casi ignoradas. Concéntrate en aquellos estímulos más cercanos y amplía poco a poco tu radio de acción hacia los más distantes. ¿Los identificas? Concéntrate luego en los sonidos más fuertes, seguidos de los más suaves o sutiles que escuches normalmente. Repite estos pasos hasta que seas capaz de concentrarte en un sonido determinado mientras deliberadamente excluyes otros de tu entorno inmediato.

Trata de que el ejercicio se mantenga alrededor de una hora. A lo largo de la misma, puedes abrir los ojos en algunos momentos, reduciéndose estos de forma paulatina hasta que seas capaz de mantener la atención en los estímulos auditivos sin interferencias visuales. Además, para complementar esta práctica, en otros momentos puedes escuchar música con auriculares tratando de diferenciar claramente unos instrumentos de otros y aislarlos entre sí.

Cuando alcances dominio de la técnica, el último paso consiste en llevar a cabo el ejercicio anterior no con sonidos, sino con voces. Cierra los ojos o no mires directamente las caras de las personas con quienes vas a practicar. Puedes escuchar qué se dice, fijándote en cómo se dice. Atiende primero a los estímulos auditivos, hazte una imagen mental a cerca de qué te dice la voz de aquel en quien estás practicando y una vez hecho esto, mírale directamente para saber si tu imagen mental se corresponde con la que perciben tus ojos.

Con estas habilidades adquiridas aumentarás tu percepción, entendiéndola como el proceso cognoscitivo mediante el cuál las personas somos capaces de comprender nuestro entorno y actuar en consecuencia con los impulsos que recibimos. No será posible ignorar a ese policía que nos limita los carriles de la autovía de los estímulos, aunque sí hacer que mire hacia otra parte mientras variamos la distribución establecida.

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