“Economía y política son cuentos que nos contamos”

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Charo Pita, izquierda, durante una narración oral de 'Cuentos de muerte y vida' en Compostela

“Un pan y un libro”. Es lo que reclamaba para la ciudadanía el Comando de liberación bibliotecaria en un video difundido en las redes hace un año. Emulación ampliada de la proclama de Lorca de 1931 a favor de la cultura como alimento esencial de los humanos, evidencia la vigencia de su reivindicación. España ha conocido antes “malos tiempos para la lírica”, ese verso perfecto que le deja Coppini. Sin embargo, la extrema dureza de las políticas del actual gobierno y la situación general de crisis hacen mella en la ciudadanía y en el sector. Solo en 2012, más de 24.000 trabajadores se quedaron sin empleo, y cerraron 2.000 empresas culturales.

Actriz especializada en narración oral, escritora y filóloga, Charo Pita relata la actual situación de falta de acceso a las historias como grave. En términos de negocio, el mercado del libro retrocede una década en su facturación y destruye más de un 30% de los empleos. Y es rotunda en la necesidad de bibliotecas, espacios donde ella ha ejercido de contadora en numerosas ocasiones. Galicia, su comunidad, se encuentra a la cabeza en el cierre de estos centros, 45 en un año. Mientras, el número global de usuarios ha crecido un 12,8% y se han construido algunas en España gracias, sobre todo, al esfuerzo de ayuntamientos y comunidades. Pero el Estado ha bajado su presupuesto un 8,5% para 2014. Para Pita, “aunque renunciar a leer por voluntad propia es una decisión particular totalmente respetable, carecer de oportunidades de acceder a los libros a través de las bibliotecas, que son el intermediario natural entre la lectura y los lectores, es un problema de dimensiones tan catastróficas como el de carecer de alimento, síntoma del empobrecimiento de un país a todos los niveles, político, social, educativo, cultural y laboral”.

A diario defiende la labor social del patrimonio inmaterial de la palabra, cuando cuenta historias en colegios, pubs, teatros -a una voz o con el narrador Tim Bowley-, cuando escribe –labor que le ha reportado varios premios literarios- o cuando enseña a otros – coaches, mentores, empresarios y emprendedores, que aprenden la complejidad de la oralidad aplicada a su campo-. Ella lo describe de este modo: “Pongo ladrillos de palabras para ayudar a construir un mundo donde la lógica de la razón y la lógica de las emociones jueguen a favor del ser humano”.

Empezó su “ storytelling aplicado al mentoring” en el antiguo Instituto Gallego de Promoción Económica (Igape). Junto a la coach Mavi Oliva diseñó su primer curso. Hoy buena parte de su trabajo lo realiza en el Instituto Ben Pensante, proyecto empresarial que reúne las investigaciones y disciplinas más avanzadas en el terreno del Desarrollo Personal.

Usted lo dice, el mentor es una figura muy antigua que procede del nombre propio del hombre a quien Ulises encargó el cuidado de Telémaco cuando se fue a la guerra de Troya. Y la mayoría hemos tenido algún mentor en la vida entre profesores, amigos, familiares… El márketing y el mundo empresarial han recuperado de un modo manifiesto esta figura por su utilidad formativa, se han casi apropiado del término –además en inglés, como mentoring, para su ejecución-. Pero ¿cuál es exactamente el trabajo de un mentor?

Un mentor es el que pone al servicio del otro sus conocimientos y su experiencia en una determinada disciplina. Un mentor se hace a base de tiempo y vivencias, a golpe de vida. No es un consultor, no diseña planes de acción, no toma la iniciativa, se limita a escuchar y a aconsejar desde la mayor apertura de miras posible.

A menudo se emplea de sinónimo de coach. ¿En qué se diferencia?

Tampoco es un coach puesto que, a diferencia de éste, aporta su punto de vista y su veteranía, como un regalo, sin imposiciones, sin coacciones de ningún tipo, con la finalidad de que el mentorizado contraste opiniones y tome de los consejos de su mentor lo que considere oportuno. Fíjese, en vez de hablar del “trabajo del mentor”, yo preferiría referirme a la “labor del mentor”. Existe una vocación de voluntariado implícita en esta actividad, un deseo de ayudar, de ser útil, de entrar en relación con gente que empieza a desarrollarse en una determinada materia en la que el mentor ya posee un amplio bagaje. Sin embargo, a pesar de lo que pueda parecer, esta relación no es unidireccional, sino que se basa en la retroalimentación. El mentorizado se nutre de la experiencia del mentor al tiempo que éste se empapa de una nueva experiencia, de una visión fresca que le ayuda a renovarse, a evitar que su posicionamiento se fosilice.

¿Se podría considerar una mentora de mentores? 

Cuando me involucro en un curso como monitora, mi labor se centra en escuchar  a los otros y en poner sobre la mesa mi experiencia. De alguna manera, estaría muy próxima a la de una mentora.

Una persona sensible y con amor a la lengua ¿no se irrita en ocasiones por la pobreza general en el uso del lenguaje en los ambientes empresariales, de publicidad, mercadotecnia… la incorporación de anglicismos cuando son innecesarios y la copia literal de formación de palabras en inglés al castellano, tipo descubribilidad, palabra que acabo de leer justo antes de hablar con usted?

Naturalmente, duele. A este respecto escribimos un pequeño artículo Daniel Álvarez Lamas y yo en el Observatorio Europeo del Coaching. Buena parte de las nuevas adquisiciones lingüísticas del siglo XX derivadas en su mayoría de los descubrimientos científicos y tecnológicos de la época, se incorporaron al español tomando como base las lenguas clásicas, el latín y el griego, que son las que conforman nuestras raíces culturales. De alguna manera, con la creación palabras nuevas fruto de un saludable apareamiento etimológico, el árbol del español se iba haciendo más frondoso, más inmenso, potente, poderoso.  Las palabras que se incorporaban no eran en absoluta términos cultos de uso restringido, sino vocablos utilizados en el habla diaria como “teléfono”, “telégrafo”, “semáforo”… Ahora, la tendencia ha cambiado y, en general, se incorporan al español neologismos procedentes del inglés. De este modo, el árbol de nuestra lengua deja de ser fértil, pierde su cualidad procreativa. Para sobrevivir necesita que se le injerte sabia ajena, lo que conlleva su irremediable empobrecimiento.

Usted hace “ storytelling aplicado al mentoring”. ¿En qué consiste?

El término de Storytelling no me convence. Es verdad que resulta difícil encontrar una palabra en español para aludir a esta actividad. “Cuentacuentos” posee un matiz demasiado peyorativo, muy vinculado al mundo infantil, como si trabajar historias con y para niños fuera algo deshonroso o carente de calidad. Nada más lejos. El público infantil es realmente exigente en lo relativo al interés y la profundidad de los cuentos que se les narra. Pero eso es otra historia. Está también término “narración oral”. Resulta demasiado aséptico y general y bastante desconocido para el público. Sin embargo, éste va a ser el que voy a usar. La narración oral aplicada al mentoring no es otra cosa que una herramienta comunicativa que ayuda al mentor por un lado, a transmitir de manera más clara, fiel y entretenida su experiencia y sus consejos, y, por otro, a revisar su biografía, su pasado, a conocer en profundidad las historias que lo conforman para luego poder contarlas. Es importante identificar los vínculos que nos unen al pasado.

¿Por qué?

Porque reconocer las vivencias que de alguna manera nos han marcado nos permite vivirnos plenamente desde lo que realmente sentimos que somos, sin atender a lo que nos dicen que tenemos que ser.

¿Las historias determinan nuestro avance vital?

Nadie puede sustraerse a las historias. Nuestra biografía es un relato compuesto a su vez de pequeñas anécdotas que encierran emociones, enseñanzas, conocimiento de vida. Una cosa es lo que somos y otra lo que contamos que somos. Sin embargo, la manera en que nos definimos, en que nos decimos resulta vital para impulsarnos o para paralizarnos en nuestro desarrollo.

¿Cómo cree que influye el modo en que nos relatamos nuestra propia historia?

Una persona anclada en determinados sucesos del pasado es incapaz de salir mientras no se cuente su historia de otro modo, con visión de futuro. Es importante aprender a contarse la vida desde el presente de manera activa, siempre con progresión hacia delante, hacia un determinado objetivo, a la manera de los cuentos tradicionales. Al mismo tiempo, estamos rodeados de historias, las de las personas con las que convivimos, las de los libros, el cine, los periódicos y las revistas, la publicidad… La economía y la política no dejan de ser cuentos que nos contamos.

¿Le parece que surte efectos relatarlos de otro modo, fuera de la tradición sistémica: otra Historia, otro periodismo…? 

Conocer la estructura narrativa subyacente a todo discurso es una forma de explorarnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. La Bolsa, por ejemplo, es una de las mayores fabulaciones que existe. Como las buenas historias, su relato está tan bien articulado que nos hace pensar en ella como una realidad inamovible.

Enseña también a adentrarse en el proceso de escribir y fabular nuestro propio periplo. ¿Recomienda la escritura como antídoto universal?

Está claro que nada es general, es preciso que todo pase por el tamiz del individuo. Cada persona conforma un universo particular e intransferible. Lo que sí parece que está en la base del ser humano es la necesidad de buscar un medio de expresión natural para comunicar ese universo interior, un lenguaje que ayude a exteriorizar lo que se es, que, de algún modo, cuente nuestra historia. Esto es lo que permite que nos podamos desarrollar en todas nuestras posibilidades dentro de la comunidad en la que vivimos.La escritura es un camino, pero no es el único, ni mucho menos. Hay gente que se fabula a través de la música, la cocina, la herrería, el collage, el peregrinaje, la contemplación, la pintura, la danza, el canto, la automoción, la costura… Mire, se me viene ahora mismo a la memoria una película que vi hace mucho tiempo. La protagonista era Wynona Ryder y hablaba de un grupo de mujeres que se dedicaban a hacer colchas con restos de telas, lo que en América se denomina hacer patchwork quilts.

Se titula How to Make an American Quilt (que aquí se tradujo Donde reside el amor).

En esas colchas narraban acontecimientos familiares, personales… Contaban en lo que hacían y mientras lo hacían y la actividad resultaba curativa, placentera y tremendamente reveladora a nivel personal. Un mentor necesita conocerse para poder transmitir con honestidad su experiencia, sea esta del tipo que sea, personal, laboral, artística…

Nuestra sociedad ha denostado el silencio. Usted busca recuperar su valor llevándolo al microcosmos de una sesión de coaching. ¿Cómo?

No existen fórmulas. Cada sesión de coaching es un momento único, irrepetible, no sólo por lo que se dice, también por lo que se calla, lo que se obvia, lo que se olvida, lo que se descubre, lo que se ríe, lo que emociona. El silencio está ahí detrás, siempre, acogiéndonos con su abrazo cálido vacío de palabras para devolvernos a lo esencial. El hilo del silencio es un vínculo muy fuerte. No estamos acostumbrarnos a abandonarnos a él en compañía. Y sin embargo, es un vehículo potentísimo de creación y comunicación. Dejar que el silencio forme parte de una sesión de coaching, o de la vida en general, de manera natural, sin forzarlo a aparecer o a desvanecerse, aceptándolo cuando aparezca tal y como llegue, es, sin duda, una de las herramientas más útiles para potenciar el cambio. Hablar más no significa que haya mejor comunicación. Lo verdaderamente relevante es la calidad de lo que se dice.

Charo Pita impartirá el taller «Serás Capaz de.. Contarte la vida de otra manera, el 1 de febrero en el Instituto Ben Pensante.

 

Entrevista publicada en el diario digital www.eldiario.es. Ver la entrevista en el medio de comunicación.

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