Dos citas y un destino
«Las mayores emociones son mudas»
Recuerdo cuanto me costaba escuchar activamente cuando empezaba mi entrenamiento como coach. En cuanto bajaba la guardia era como si unos duendecillos misteriosos me susurrasen juicios y consejos al oído. Y todavía hoy siguen haciéndolo pero mis mentores y la experiencia me han dado una pócima que suele ser efectiva si no me despisto, una especie de pócima antiduendes.
Sus ingredientes eran desconocidos por mi aunque siempre los tuve delante de mis ojos:
Concentrarse plenamente en el cliente, observar qué dice y cómo lo hace, escuchar qué dice, cómo lo dice , cómo calla…preguntar con interés y curiosidad genuinos.
Y mezclar lo anterior con un toque mágico en forma de pausas, permitiendo silencios que honren la reflexión de nuestro cliente.
«Sucede lo que conviene»
Cuando empecé a hacer coaching de equipos solía preocuparme excesivamente cuando surgía conflicto durante el proceso de la sesión. No era consciente de que generar un conflicto productivo es la forma más auténtica de coaching. Compartir ideas y sentimientos, comprender y ser comprendidos, equivocarse y aprender de ello juntos no podría lograse sin ponerse en movimiento. Y es en la acción donde surge el aprendizaje. Por tanto como coach me esfuerzo en tratar de desarrollar un proceso donde se incite a la acción y que cada uno aprenda la lección que la vida tenga que darle en ese momento.
Y un destino:
llegar a ser lo mejor que podamos llegar a ser como coach, aunque a veces nos desanimemos y nos parezca seguir los caminos más adecuados para evitarlo.