Coaching: el gimnasio de la mente
Comer sano, hacer ejercicio, dormir las horas necesarias, beber agua… son algunas de las muchas prácticas que a día de hoy muchas personas tienen integradas en sus vidas como parte de un estilo de vida orientado a la salud del cuerpo. Aunque no siempre las cumplamos y a menudo elijamos el año nuevo para volver a fortalecer estos hábitos, la mayoría de nosotros tenemos consciencia de su importancia. Sin embargo, no son tantas las personas que ejercitan su mente todos los días con entrenamientos diversos, o que dedican parte de su tiempo libre y dinero a su desarrollo personal.
En los últimos años, la sociedad occidental se ha ido dando cuenta de que la medicina puramente curativa, es decir, orientada solamente a curar al paciente ya enfermo, era insuficiente, y por eso a día de hoy hay una amalgama de estudios, metodologías y profesionales que se enfocan en la prevención. En realidad, el cambio más importante ha sido que hemos pasado de centrarnos en la enfermedad a enfocarnos en la salud: el foco en el aspecto positivo de la cuestión. Lo mismo ha venido ocurriendo con la mente: la psicología pasó de centrarse exclusivamente en la patología a poner en foco en la salud mental como punto de partida. Y las nuevas metodologías emergentes de los últimos veinte años, como el Coaching, la Programación Neurolingüística o el Mindfulness, han nacido precisamente para tratar la mente desde un enfoque sano, preventivo y orientado de forma positiva.
El Coach es un entrenador personal que se enfoca en la mente de la persona como si fuera el músculo que tiene que ayudar a trabajar, y en vez de tratar a un paciente con problemas, traumas, ansiedad, angustia… se dirige a un cliente con objetivos, dificultades, retos, oportunidades y muchos recursos por potenciar, desarrollar, descubrir y liberar. Enfocado de esta manera, la persona va adquiriendo recursos internos, habilidades, hábitos… que le ayudan a enfrentarse a su día a día, tanto en los momentos más cotidianos como en las situaciones críticas.
No es lo mismo afrontar, por poner un ejemplo, el Camino de Santiago, habiendo ido a caminar todas las mañanas durante un año, y habiendo planificado el viaje con un buen equipo de calzado, ropa, abrigo, cantimplora… y lo que se requiera, que comenzar el camino de forma improvisada. Nuestra vida diaria es un camino que requiere de nuestra preparación, y especialmente en los tiempos de crisis en que vivimos, y si somos capaces de preparar cada día unas mejores provisiones, no sólo materiales, sino también mentales, emocionales y espirituales, podremos sobrellevar cada situación con mucha mayor maestría. Porque el liderazgo no consiste en prevenir todas las circunstancias y evitar todos los problemas, sino en aprender a enfrentarse a cada dificultad con la mejor versión de uno mismo. Entrenar nuestro cuerpo y nuestra mente nos capacitará para elegir con verdadera libertad cómo y con qué herramientas manejarnos en cada situación que nos depare el destino.
Beatriz Riza