Qué ocurre cuando el equipo toma el mando
A todo profesional le gusta que se confíe en él para ciertas tareas. El tema cambia cuando las funciones que se le encargan son propias del jefe del equipo, o cuando es el grupo el que tiene que tomar una decisión importante. Esta situación no es ciencia-ficción.
En algunas organizaciones ocurre, y con más frecuencia de la que debería. ¿Por qué un superior delega en exceso?, ¿cómo deben reaccionar los profesionales a su cargo? Los expertos describen algunos puntos que pueden ayudar a reconocer y paliar esta situación:
1. Paco Muro, presidente ejecutivo de Otto Walter, asegura que los jefes que responden a esta forma de trabajar pueden ser los llamados ausentes, “porque no están nunca”; o los oportunistas, “que hacen que alguien responsable de su equipo haga su trabajo y se las arregla para estar sólo el día de la foto para apuntarse el tanto”.
2. Ante este tipo de jefes, la reacción del equipo depende de su grado de madurez. Así lo cree José Manuel Casado, presidente de 2C Consulting, quien considera que “los grupos de trabajo inmaduros suelen bloquearse y bajar el rendimiento”. Marta Romo, socia directora de Be-Up, cree que al principio esta situación puede ser, incluso, interesante para el equipo, “pero cuando esto se convierte en una costumbre y hablan entre ellos aparece, irremediablemente, la crítica al superior. Esto impacta en el ambiente de trabajo, se enrarece, el equipo pierde fuerza y algunas personas pueden llegar a evitar al superior”.
3. Que el jefe no se haga cargo de sus responsabilidades impacta directamente en el ambiente de trabajo y en el estado de ánimo del equipo. “Provoca falta de credibilidad y confianza en el superior y sobrecarga al equipo. Si el líder no se implica y no supervisa la tarea delegada puede suceder que un colaborador tome una decisión desafortunada o asuma un riesgo excesivo. Todo esto puede tener un impacto negativo en los resultados,en los clientes, y en otros departamentos”, explica Romo.
4. Montse Ventosa, fundadora de Truthmark, cree que se ha llegado al límite de la situación cuando el responsable se desentiende por completo: “En el momento en que ha delegado tanto que se ha deshecho de responsabilidades, no reconoce a las personas que han asumido sus tareas y, en el peor de los casos, cuando se cuelga medallas que no le corresponden o culpa a los demás cuando las cosas no salen bien”. La plantilla vive agobiada asumiendo funciones que no debería, mientras el jefe se escaquea. “Esto es garantía de fracaso para todos”, sentencia Ventosa.
5. Pese a la difícil situación que se produce cuando el jefe no sabe o no quiere asumir sus responsabilidades, en contadas ocasiones el equipo se amotina contra él. “Podría ser, pero en contextos exigentes y con sistemas de desempeño claros”, afirma Casado. Romo, por su parte, cree que podría producirse, pero de forma encubierta: “Hablando mal de él entre ellos y con otros departamentos”.
Fuente: Expansión