Psicogeografía y el lenguaje no verbal

Michelle Quinn- Coach de Equipos Internacional certificada por ICC.

PSICOGEOGRAFÍA: DEFINICIÓN

Oxford Dictionary

• «The study of the influence of geographical environment on the mind or on behavior» 

Wikipedia

• La psicogeografía es una propuesta principalmente de situacionismo en la cual se pretende entender los efectos y las formas del ambiente geográfico en las emociones y el comportamiento de las personas.

LA PSICOGEOGRAFÍA APLICADA AL COACHING

Monste Herrera

• «Es una disciplina de la psicología que estudia las diferentes repercusiones que se dan en las personas dependiendo de la posición espacial que tengan estas con los demás o su entorno.»

Robert Dilts «From Coach to Awakener»

• «Pschogeography refers to the influence the micro-geographical arrangements and relationships exert on people’s pyschological processes and interpersonal interactions» as «it has an important non-verbal influence upon the group’s process and interaction with one another» (La psicogeografía se refiere a la influencia

Tim Hallborn

• In NLP, Psycho Geography explores the spatial relationship between two or more people across diverse verbal and non-verbal communication events, and takes into consideration one’s communication situation and environment.

El estudio de la psicogeografía y el lenguaje no verbal abarca muchas de los variables de las reacciones en las interacciones humanas en contextos determinados. Dado que son dos temas que pueden llegar a ser muy extensos, para mi investigación me centraré principalmente en el contexto de espacios reducidos donde trabajan grupos o equipos de 2-7 personas para contextualizarlo dentro del Coaching de Equipos.

El primer contacto que tuve con el concepto de «psicogeografía» fue durante la carrera universitaria en 1988 al leer sobre lo que Henry Gleitman denominaba «espacio personal» en su libro «Basic Psychology». Me interesaron unas fotografías en particular de ese capítulo; una de unos aves marinos y otra tomada en el metro de Nuevo York. En las dos instantáneas se ve una equidistancia casi uniforme entre los personajes, denotando el «territorio» personal, un radio invisible, en el cual cada uno parece sentirse cómodo. El antropólogo norteamericano Edward Hall dice que es como «un espacio de aire definido en torno a nuestros cuerpos» y Allen Pease en su libro «El Lenguaje del Cuerpo» añade que esta zona lo reclamamos «como propio como si de una extensión de (nuestro) cuerpo se tratara».

Este espacio está además dividido en cuatro zonas de menor a mayor distancia para los seres humanos:

– la íntima

– la personal

– la social

– y la pública.

Según la zona donde se encuentran dos o más personas, la comunicación y interacción consentida se intensifica (zona íntima) o se reduce al mínimo (zona pública). Es obvio, por tanto, la razón por qué nos incomoda estar tan sólo 30 segundos en un ascensor.

 

En este intervalo de tiempo, a veces nos vemos obligados a compartir nuestra zona íntima con quienes normalmente compartiríamos una distancia de nuestra zona pública, es decir una diferencia de unos 300cm. Preferimos «mantener las distancias» con los que no tenemos confianza.

Otros factores que influyen en el comportamiento en estas zonas son: cultura, sexo, edad y si existe una relación previa entre las personas.

Un ejemplo: las personas procedentes de los países mediterráneos en general tienen una zona personal distinta a la de los anglosajones. Para un anglosajón, cuya zona personal es de 46-122cm, un encuentro con un latino, cuya zona personal suele ser menor, puede provocar confusión o incomodidad en ciertas ocasiones debido al hecho que el anglosajón siente que el otro está entrando en su zona íntima. El lenguaje no verbal y la psicogeografía de las personas sentadas alrededor de una mesa se ve afectada igualmente por esta circunstancia. Observando y entendiendo esto, se puede manejar algunos aspectos para facilitar la comunicación y relación. En mi propia experiencia, he notado en varias ocasiones incluso sentada cómo alejo mi silla o la reposiciono cuando tengo la sensación de intrusión en mi zona íntima.

Incluso después de 20 años viviendo en España, sigo teniendo muchos comportamientos aprendidos de la cultura británica. Por lo tanto, cuando trabajamos con equipos procedentes de culturas distintas es importante observar las reacciones y reacomodar el entorno y asientos para favorecer una comunicación «cómoda» y crear un clima de confiana.

No sólo influye la cultura en nuestros comportamientos, sino también el sexo.

En un experimento realizado en una biblioteca en el cual un desconocido tomaba asiento o bien directamente enfrente o bien directamente al lado de otro desconocido cuando había más asientos libre.

Se estudiaron las reacciones:

– Los hombres en general «defiendieron» su intimidad con libros y apuntes cuando alguien se sentaba enfrente de ellos pero no lo mismo cuando alguien se sentaba al lado

– Las mujeres «construyeron» una barrera física cuando un desconocido se sentaba a su lado pero no enfrente.

Las conclusiones resultantes eran las siguientes:

«Parece ser, por lo menos en nuestra cultura, que los hombres tienden a definir su espacio personal como la zona directamente delante de ellos, mientras las mujeres tienden más a considerarlo como la zona directamente a su lado.» (Fisher and Byrne 1975)»

Tuve la ocasión consciente de ser testigo de una situación parecida hace tan sólo un mes en una clase que dirigía cuando el ambiente era tenso debido a una mala relación de las personas a nivel personal y profesional fuera de la clase. Además de observar unos gestos obvios de una persona en particular, la rigidez de su cuerpo, la respiración menos relajada y las facciones de su cara tensas, noté que había puesto su bolso de mano encima de la mesa haciendo de barrera entre ella y la persona que le provocaba más incomodidad. En el próximo encuentro les conduje, sin que lo supieran, a sentarse una enfrente a la otra con la mesa en medio sirviendo de barrera y el ambiente mejoró. Son pequeños detalles que también se puede observar y aplicar trabajando con equipos Observar, entender y manejar para mejorar.

El concepto del espacio personal, con las cuatro zonas detalladas antes, está presente en nuestra vida cotidiana. Si quitaramos las personas de una instantánea tomada en día soleado de una playa concurrida, podríamos adivinar claramente la relación entre los grupos e individuales sólo al observar como están posicionadas las toallas. Otro ejemplo sería quitando las personas de una foto de un evento formal en un espacio amplio sin muebles, dejando solo sus zapatos. Se podría observar en esta situación la confianza o interés que existen en la relación entre las personas por cómo están posicionados sus pies. Rafaello Torraco comenta sobre este «Feet Management» lo siguiente: «los pies indican realmente hacia dónde quieren ir nuestras mentas».

Se puede observar:

(a) los pies hacía el centro de un grupo, mostrando interés y confianza

(b) los pies cruzados, mostrando una posición defensiva

(c) los pies con los tobillos cerrados, mostrando represión

(d) los tobillos ligeramente separados con los pies formando un triángulo abierto, ofreciendo confianza

(e) los pies hacia fuera del centro, mostrando el deseo de estar en otro sitio.

Durante la primera sesión de prácticas con un equipo observé la siguiente situación.

Reunidas cuatro personas conmigo como Team Coach noté que a pesar de que el equipo parecía disfrutar de una buena y amena relación parecía que existía una cierta reticencia o tensión subyacente. Enric Arola, Coach de Equipos consultado para investigación y co-autor del libro «Coaching de Equipos» comenta: «En coaching de equipos suele ser muy habitual ser testigo de mucha comunicación no verbal que indica la incomodidad del equipo ante situaciones donde se abordan temas tabú. En estos casos se da lo que Lencioni llama «armonía artificial». Muchas veces el coach entra en una sesión de equipos y detecta mucho humor y risas y puede llegar a pensar que hay un clima positivo entre sus miembros: peri en verdad éstos usan un escudo emocional a través de gestos de distención y del humor. «

Sentados todos en un círculo abierto, noté como una persona en particular a mi izquierda no participaba en la conversación. Aunque me miraba a los ojos y sonréia, estaba sentada alejada de mí además con su cuerpo completamente girado en la dirección opuesta a la persona de su propia izquierda, es decir con el cuerpo físicamente «fuera» del círculo, ni hacía mí ni hacía el equipo.

Tenía las piernas cruzadas y el pie apuntando hacia su derecha en dirección a un espacio completamente abierto. En el libro «El Lenguaje del Cuerpo» de Allan y Barbara Pease, ellos plantean una situación parecida:

«¿Se ha encontrado alguna vez hablando con alguien y con la sensación de que esa persona preferiría estar en cualquier parte menos con usted, por mucho que parezca que esté disfrutando de su compañia? Una fotografía de esa escena revelaría, seguramente, un para de cosas: en primer lugar, que la cabeza de esa persona está vuelta hacia usted y que los signos faciales, tipo sonrisa y asentimiento, son evidentes, y en segundo lugar, que el cuerpo y los pies de esa persona señalan hacia algun lujar lejos de usted, bien hacia otra persona, bien hacia una salida. La dirección hacia la que la persona apunta cu cuerpo o sus pies indica que preferiría no estar allí.»

En la segunda sessión el patrón se repitió exactamente igual y esta persona confesó que no se había sentido a gusto en la primera sessión. Esta vez decidí realizar ligeros cambios para «incluirle» tanto en la conversación como el círculo físico que formábamos. Hice espejo de su lenguaje corporal y su tono y velocidad de hablar, dirigiéndome exclusivamente a ella y poco a poco fui modificando mi postura corporal, girándome hacia el centro, descruzándo los brazos y pies y casi enseguida ella me hizo espejo a mí y empezó a participar activamente en la conversación. Observar, entender y manejar para mejorar.

En cuanto a la psicogeografía, en esas dos primeras sessiones con ese equipo había decidido formar un círculo sin mesa como barrera pero no conseguí que hubiera mucha interacción. Después, leí las observaciones de Montse Herrera sobre la psicogeografía en esta situación específica, donde dice que «este contexto es apto para la conversación (donde) se espera la iniciativa (pero) los componentes del grupo interactuan menos entre ellos al haber un interlocutor y todos miran para ello». Al colocar una mesa o barrera entre el interlocutor y sus locutores «da pie a que se relacionen más». Eso fue lo que hice en la primera sessión de prácticas en otra empresa y cierto es que los miembros del equipo se relacionaron más desde el principio.

En otro gráfico, Montse Herrera demuestra como quitando la figura del interlocutor (Team Coach) del círculo, con o sin barrera «…todos los oyentes están enfocados hacia la idea, producto o objetivo a tratar. En este ejemplo es en el que sus componentes se sienten con total libertad de interactuar y de participar». La experiencia de un Team Coach confirma esta reflexión, en el sentido que los componentes del equipo interactuan menos entre si cuando el Coach hace de interlocutor, cuando su papel es más directivo o cuando tiene que entrar a intervenir. Cuando el Coach hace de jugador de equipo, con un perfil más bajo, dejando que afloren los papeles del equipo o sus posibles conflictos los componentes, tienden a interactuar más. Cuando el trabajo del Team Coach haya terminado es porque le haya ayudado al equipo que conseguiera interactuar de forma eficaz y productiva sin más intervencción de su parte.

En resumen, ¿Cómo puede la observación, el entendimiento y el manejo de la psicogeografía y del lenguaje no verbal ayudar en el trabajo del Coach de Equipos?

Para crear un clima de confianza, el Coach debe observar las señales en los gestos faciales, corporales y posturales a nivel individual de cada componente y del conjunto para averiguar la relación existente entre ellos.

Añadido al lenguaje no verbal observará cómo y dónde se sientan las personas en los encuentros y cómo cambian sus reacciones al elegir o tener que cambiar su sitio físico dentro de los mismos: Quién se «posiciona» con quién, quién está conforme / no conforme, quién hace «espejo» de quién, quién está (in)cómodo, quién está retando etc.

Después de osbservar esta información y entenderla, la manejará para mantener la calma cuando haga falta o incluso provocar un conflicto en la fase de Storming.

El coach puede manejar la psicogeografía entre otras cosas elegiendo dónde se celebran las sesiones, dónde se siente las personas, modificando el entorno por ejemplo con luz, colores, música etc, situando los asientos con más o menos espacio ellos, poniendo o quitando una mesa según la tarea o momento (si el coach hace de interlocutor o jugador de equipo, o si está «dentro» o «fuera») o cuidando los detalles del espacio inmediatamente al lado o en frente de dos personas. El coach incluso puede manejar su propio lenguaje verbal y su posición física haciendo de espejo para influir en los individuos o el equipo en su totalidad para alcanzar el mejor estado de aprendizaje y de confianza y manejar los estados del equipo.

La observación, el entendimiento y el manejo de esta información le facilitará el trabajo tanto al Team Coach como al equipo mismo para mejorar las condiciones en el objectivo del proceso y en alcanzar el objectivo final.

Michelle Quinn – Coach de Equipos Internacional Certificada por ICC

BIBLIOGRAFÍA:

GLEITMAN, Henry                       Basic Psychology                   W.W. Norton & Company, 1987

PEASE, Allan y Barbara              El Lenguaje del Cuerpo   Editorial Amat, 2006

FUENTES CONSULTADAS

TORRACO, Rafaello                     Agile and NLP Business Coach   Psychogeography of the Agile Teams

AROLA, Enric                                 Team and Leadership Coach consultado – Co-autor de Coaching de Equipos Profit Editorial, 2014

HERRERA, Montse                       Coach Terapeútico y Mediación