Palabras, un Reflejo de Nuestros Pensamientos
Cuando avanzamos, cuando queremos, cuando deseamos o anhelamos existe un impulso inicial que nos invade y nos posee una fuerza “sobrehumana” de conseguir ese “reto”. Pero, generalmente lo que sucede es que esa energía inicial va disminuyendo y desapareciendo con el tiempo. Nuestra atención se va dirigiendo hacia otras cosas y vamos perdiendo el rumbo y la dirección sobre nuestros retos y desafíos. A todos nos ha pasado alguna vez, y cuando echamos un vistazo atrás y valoramos nuestra situación actual, decimos ¿dónde quedo ese “reto”? Surgen emociones como la tristeza, infelicidad, culpabilidad,… que afectan a nuestra autoestima, la confianza en uno/a mismo/a y en definitiva a nuestra felicidad.
Lo que ocurre luego también es conocido, queremos culpables, y generalmente el primer culpable que encontramos ¿Quién es? Pues sí, uno/a mismo/a, nos atacamos y muchas veces con crueldad, por así decirlo, somos nuestro peor enemigo. Nos auto-castigamos pensando que de esta manera volveremos a la senda de ese “reto”, y nos decimos “eres un incrédulo, no lo vas a conseguir”, “soy un inútil, no valgo para nada”,… Fijemos en estas palabras, ¿qué no dicen? Son negativas verdad, y seguramente no nos ayudarán a conseguir lo que queremos, pero las seguimos diciendo y repitiendo. Son nuestras creencias. Pero voy un poco más allá.
En este sentido, voy al verbo “ser” y “estar”, las palabras reflejan nuestros pensamientos y creencias, y estos dos verbos parecen similares, pero tienen un carácter diferente. Por ejemplo, “soy un fracasado” a decir “estoy fracasando” el verbo ser le da un carácter de permanencia e inmovilidad a esa característica, como si no pudiéramos modificar ese estado, en cambio, el verbo estar refleja que hoy, en este momento estoy así, pero que mañana o en otro momento me voy a sentir y encontrar de manera diferente. Esto se produce tanto para los pensamientos negativos como para los positivos.
Es vital identificar estas palabras, y es ahí donde entre el coaching, el coach identifica esas palabras (creencias) y las rebate con preguntas poderosas como ¿qué te impide conseguir ese “reto”? Es una herramienta que desde la psicología también se utiliza con técnicas como el “Control del Pensamiento” a través de los autorregistros y el cambio de pensamiento.
Para concluir me gustaría mencionar a Bruce Lipton, que en su libro La Biología de la Transformación nos comenta el siguiente ejemplo: todos y cada uno de nosotros sabemos nadar a la perfección desde el momento en que emergemos del canal del parto. “Entonces, ¿por qué tenemos que enseñar a nadar a los niños?”, te preguntas, “¿Por qué hay tanto niños que le tienen miedo al agua?” Explica que si eres padre, con nuestros comportamientos y comentarios promovemos que nuestros hijos adopten esas creencias y sea la herencia que le dejamos. Siguiendo con Lipton, piensa en cómo reaccionas cuando uno de tus bebés se acerca al agua. Preocupado por la seguridad de tu hijo, corres a apartarlo del peligro. No obstante, la mente del bebé interpreta tu comportamiento frenético dando por sentado que el agua es una amenaza para la vida. Esos miedos, inseguridades o frustración permanecen en el tiempo pues nos acompañan desde que somos unos bebés, y el primer paso es identificar esas creencias, y para ello, las palabras nos muestran el camino para empezar ese cambio.
Según Lipton, la programación de nuestras creencias se produce desde el período de gestación hasta aproximadamente los 6 años, y se quedan para el resto de nuestra vida (recuerdos de la mente subconsciente), y si esas creencias nos limitan para conseguir lo que deseamos, entonces necesitamos reprogramarnos, es decir, cambiar esas creencias. Para ello, el coaching es un proceso que sirve de apoyo para llevar a cabo ese cambio. En definitiva, las palabras son un reflejo de nuestros pensamientos.
Si eres fiel a tu historia, seguirás atascado en ella.
Swami Beyondananda