Si, supuestamente, el Universo se generó a partir de un Big Bang originario de una concentración inmensamente densa de gases… Una explosión que hace que, a día de hoy, el Universo siga expandiéndose según confirman los astrofísicos…
… y si todo lo que hay procede de esa gran explosión y su evolución…
… entonces nosotros, como humanos, estamos hechos de la misma fibra que compone el Universo.
No está mal, queridos seres con base de carbono: Hay algo en nosotros que podemos hallar aquí o en Venus. O en sistemas solares por descubrir.
La Física Cuántica desde este punto busca responder a la pregunta: ¿cuál es entonces esa fibra que tenemos en común?
Algunos físicos (¡físicos!) creen que es la Consciencia. Otros, Energía (Einstein ya aventuraba que energía y materia eran lo mismo). Y otros, simplemente, el Vacío (la distancia entre el núcleo de un átomo y sus partículas es equivalente a poner un guisante en el salón de tu casa y otro a 30 km. de tu domicilio – en efecto, hasta la mesa sólida en la que lees este post está más vacía que sólida).
Además, a través de la Física Newtoniana se explica aquello que percibimos por nuestros sentidos (localización, espacio, solidez, movimiento…)
… pero no se responde a otras ‘cosas’ de las que tenemos conocimiento y experiencia individual pero para los que esta Física Mecánica no encuentra teorema o hipótesis que contrastar; ‘cosas’ tan reales que vivimos cada uno, como la consciencia, la intuición, la percepción, la trascendencia espiritual (no la religión), los sentimientos simultáneos entre dos personas con una relación muy cercana… aspectos que ni siquiera la Neurociencia puede -aún- explicar, y que nuestro pensamiento cartesiano-racional, paradójicamente, desdeña a pesar de que son experiencias que todos sentimos en nuestras carnes.
La Cuántica sí busca incluir esas experiencias, racionalmente.
¿Entonces?
Pues entonces, si estamos hechos de la misma fibra que la realidad…
… y si la realidad depende de nuestra percepción (no solo el manido vaso medio lleno, sino el modo en que nos enfocamos en nuestra vida: si miramos a nuestro alrededor tenemos un compendio tanto de lo que queremos como de lo que no queremos – precisamente porque nos enfocamos más en no quererlo que en centrar nuestras energías en lo que deseamos)…
… entonces, ¿tendría sentido que si cambiamos nuestra percepción, cambiaremos nuestra realidad?
¿Eso querría decir que si deseamos fervientemente ‘éxito’ (como quiera que lo entiendas), entonces… ese éxito vendrá a nosotros? ¿Nos acontecerá?
Pues eso dicen. Sí señor.
Hay un ‘pero’ en todo esto (en fin, hay muchos, si bien me centro en uno): nuestra fantasía de control sobre nuestro entorno (si nos diéramos cuenta el poco control que podemos tener en nada, y aceptáramos ese hecho, creo que viviríamos más felices…) nos dice que no solo hay que desear (pedir, rezar, querer, obstinarnos, perseverar) algo, sino que, además, lo debemos obtener de determinada manera: la que queremos nosotros.
En otras palabras, al Universo (¡misma fibra que nosotros!), no solo le tendemos a decir qué queremos, sino también cómo lo queremos: ‘quiero ser rico invirtiendo en Bolsa en los próximos 3 años’, ‘quiero ser capaz de retirarme a los 40’, o ‘quiero casarme con Angelina Jolie el año que viene’ (a la cola).
Unos deseos que, realmente, no necesariamente deseamos de veras – pues desistimos a la primera de cambio.
El Universo responde entonces: decide qué quieres de veras, y ya veré Yo cómo y cuándo te lo doy.
Es una buena manera de testar si realmente queremos ese Deseo. Y si no es solo una ocurrencia para huir de nuestra realidad – la misma que hemos creado nosotros, consciente o inconscientemente.
Por tanto, definiendo muy muy bien el deseo (visualizándolo y viviéndolo como si ya fuera realidad, creando así nuevas conexiones neuronales – ergo, un hábito nuevo: ver el vaso medio lleno -, y por consiguiente una percepción nueva trasladable a una realidad diferente), y estando abierto a que el Universo nos lo dé cuando sea el momento (no cuando nos venga en gana a nosotros), entonces…
¿Cabría pensar que el éxito puede conseguirse solo con desearlo?
No me refiero al ‘desearlo’ como quien tira una monedita en la Fontana di Trevi – sino ‘Desearlo’ como la proverbial fe que mueve montañas.
Mira en tu experiencia, sé sincero contigo mismo: ¿te ha pasado que en tu vida te han venido cosas que deseabas realmente, de una manera en la que jamás te hubieras figurado que podrían llegarte? ¿Como cuando te llegó aquello que tanto querías… cuando ya habías desistido de seguir intentándolo?
Eso es el Universo en movimiento. Como dice Dyer: ‘el Universo conspira para ayudarte‘.
Cuando me dijeron esto hace una década me pareció una enorme gili—-ez. Tremenda.
Lo admito.
Sin embargo, una vez que reconozco que nuestros sentidos nos engañan para filtrar la realidad que nos rodea, entonces estoy abierto a (intentar) comprender los tejemanejes (los de verdad) de un Universo aparentemente incomprensible solo para la razón pura.
¿Y si crear una mejor realidad-fibra-del-Universo para nosotros fuera, ciertamente, posible una vez visualizada en nuestra cabeza-fibra-del-Universo?
Por probar si es o no cierto, que no quede.