Cuando las intenciones parecen pero no son, hay que calibrar su nivel real
En el discurrir de la conversación entre el coachee y el coach se va produciendo una especie de baile en el que el coach debe saber “dejarse llevar”, lo cual implica tomar decisiones al respecto.
En una pareja de baile generalmente el hombre lleva y la mujer se deja llevar, pero esto no quiere decir que se abandone, sino que en ese dejarse llevar hay una constante toma de decisión y aceptación, y un ejercicio de poder. Así que en estos términos es en los que planteo cómo el coach debe afrontar la conversación con el coachee.
Podemos hacer uso de este símil al comprender el discurrir de la conversación entre el coachee y el coach, pues es cierto que el coach lanza las preguntas, encuadra el trabajo procesual, pero realmente quien va marcando el paso de la conversación es el coachee, en el sentido de que el coach debe conocer y seguir el verdadero interés de su cliente. El coach, para lograr hacer bien su trabajo debe estar constantemente tomando decisiones de si sigue al cliente o necesita parar y hacer reflexionar, si comprende exactamente lo que le está planteando y el nivel de compromiso que realmente tiene ante las acciones que se propone llevar a cabo.
Es muy importante chequear y calibrar el nivel de intención que el coachee tiene ante un reto.
Cuando estamos en sesión es fácil que nos encontremos con preguntas que llevan al coachee a formular una afirmación, a veces para mejorar su propia auto-imagen. Quiere esto decir que en ocasiones el coachee muestra su conformidad con poner en práctica alguna acción, pero, en la forma en que lo afirma el coach puede entender que no hay un pleno convencimiento. Es igual que el bailarín que conoce los pasos, pero le falta convencimiento para llevar a la pareja. ¿le sigue entonces la pareja, o en cambio ésta tiene dificultades para seguirle? ¿Quién empieza a marcar el paso, la persona a quien realmente le corresponde o a la otra parte? Si es así, el baile adopta otro sentido.
Pues esto mismo puede ocurrir en la conversación entre el coach y el coachee, si el coach da por válido un paso cuando no hay convencimiento entonces, está llevando él, y está tomando decisiones que le corresponden al coachee, y no está ayudando a su cliente a encontrar realmente sus motivaciones o a tomar consciencia de sus frenos.
Calibrar por tanto el nivel de convencimiento, el compromiso que realmente tiene el coachee es esencial para ayudar al coachee en su proceso de desarrollo.
La fórmula que nos puede ser útil en estos casos es preguntar nuevamente al coachee que marque en una escala de 1 a 7 cuánto está dispuesto él a actuar de esa manera, o a llevar a cabo una actividad, o la cuestión de la que se trate. Pues esta calibración le permite al cliente entra en contacto con su verdadera intención.