Tú y tu grandeza: «El destino en una mirada». Por Juan Carlos Álvarez Campillo
Si conoces tu mirada te darás cuenta que mira como a ti te gusta, a tu antojo, como si tú y ella fuerais ya cómplices. Y si todavía tu mirada te es desconocida, descubrirás que vas detrás de ella, cual rehén de tu mundo, de tu vida, de tu destino.
¡La mirada!, esa que parece que todo lo ve y no ve casi nada. No sólo porque no está educada, sino porque no mira donde está la luz, esa luz profunda que está detrás de la oscuridad, es decir la luz que hay dentro y no fuera. Si sigues mirando hacia afuera, hacia los demás, sin verte a ti mismo, no estás viendo nada, sólo un mundo imaginario que se desenfoca a menudo, al que nunca podrás llegar, que se esfuma cuando lo quieres atesorar, o sea una vida de evasión continua.
Si miras a la sombra ves sombra, si miras al sol ves sol, aunque en ambos casos hay las dos cosas, y si sigues mirando y esperas un poco, donde antes había luz ahora se torna oscuro y donde no veías nada ahora lo ves casi todo. A veces es cuestión de mirar, y otras veces también de tiempo. Por eso es fácil confundirse, sin paciencia, sin atención, y creemos ver lo que no es.
La mirada atenta nos ayuda a ver quien somos de verdad, adonde vamos y para qué estamos aquí. Si miras hacia tu propósito encontrarás algo, obvio o sutil, que cada día tenga sentido, para ti y para los demás. Para todos. Qué bonito poner unas pinceladas en tu lienzo y en el de otras personas, queridas o desconocidas, al final da igual; poner una energía invisible pero perceptible, casi es magia, mejor dicho eso es magia, y aquí no hay trucos.
Si no tienes un propósito en tu vida es lo mismo, no te servirá de excusa, porque realmente sí lo tienes, sólo que tú no lo sabes todavía. O si no has querido saberlo, no cambia nada. Tranquilidad, conviene ser consciente de que eso es lo que le ocurre a la mayoría. De nuevo tu mirada sin entrenar te puede confundir, así que puedes mirar en primer lugar de nuevo hacia ti, sí ahora, no hace falta un momento ideal, es este mismo instante. Dícese que aquí y ahora. Si te detienes un poco ya sabes para qué estás aquí: para crecer, para ser mejor que tu versión anterior, para aprender, y por tanto para generar algún fruto que puedas compartir.
Uno de los momentos que nunca olvido, y que me ha acompañado siempre en mi vida, es una ocasión donde tuve la oportunidad de entrevistar a Severo Ochoa, en una conferencia en Londres, que con toda naturalidad decía: “el hombre como el árbol cuanto más fruto tiene más se inclina”. Pues eso, más cercano está de la tierra y de los demás, más contribuye al desarrollo del entorno, más tiene que dar y compartir.
Lleva por tanto tu mirada a todo lo que tienes que compartir y te harás más grande, más querido, incluso sin pretenderlo, pues los otros te verán así. Tú solo tienes que estar atento, disfrutar y agradecer a tu mirada que te haya permitido ver y crear ese panorama. Eso es más que magia, es vida pura y auténtica.
Juan Carlos Alvarez Campillo
Liderazgo Transformador
Coach Senior Profesional (Ejecutivo, Deportivo, Personal y Organizacional)