Tomar mejores decisiones por May Maceiras
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En contra de lo que mucha gente piensa, el póquer no es un juego de azar. Es un juego, fundamentalmente, de toma de decisiones. No gana el que mejor miente (o más farolea), ni el más osado y tahúr, ni tampoco el más suertudo; en el largo plazo, gana el que toma mejores decisiones que los demás, el que sabe analizar mejor la información de la que dispone, escoger o crear la alternativa más válida y rentable, identificar y gestionar las situaciones, adaptarse mejor a su rival e implementar sin miedo la decisión que considera más correcta.
Todos tomamos decisiones en nuestras vidas, muchas de forma inconsciente, como cuando escogemos un paquete de cereales y no otro en el súper, otras algo más meditadas, como cuando hacemos una lista de pros y contras para evaluar nuestras opciones ante un dilema. Pero a veces nos enfrentamos a decisiones más complicadas y no sabemos cómo abordarlas. Normalmente, las decisiones difíciles son las que conllevan un alto grado de incertidumbre y/o de riesgo. Estos son los dos elementos que suelen paralizarnos en la toma de decisiones, porque nos quitan garantías: tenemos incertidumbre cuando no disponemos de todos los datos que necesitaríamos para poder tomar la mejor decisión posible, o sencillamente cuando no tenemos forma de asegurar el resultado deseado, y tenemos un componente de riesgo cada vez que nos jugamos algo con nuestra decisión. En ambos casos, puede aparecer el miedo a equivocarnos y, con él, el miedo a decidir.
Es precisamente en ese contexto donde un jugador de póquer se mueve como pez en el agua. Todas las decisiones que se toman sobre el tapete son en un contexto de riesgo e incertidumbre. Éste es un juego de información incompleta, nos faltan datos. Hay juegos de estrategia en los que podemos ver las fichas, recursos y movimientos de nuestros rivales, tenemos todo lo que necesitamos para poder pensar nuestro siguiente movimiento, pero el póquer es un juego de toma de decisiones con “información incompleta”: no podemos ver las cartas de nuestros rivales, y luchamos, además, contra cierto componente de azar, no sabemos qué carta nos va a regalar el destino. Tenemos también, por supuesto, el componente de riesgo en cada apuesta que realizamos. Pero un jugador termina sobreponiéndose al miedo y las dudas, porque el riesgo y la incertidumbre son su día a día. Cada movimiento que hace en la mesa, decidir apostar, pasar o retirarse, decidir qué cartas jugar, y por cuánto, decidir qué estrategia adoptar, qué situaciones aprovechar, qué riesgos aceptar… todo en este juego se reduce a la capacidad de tomar decisiones complicadas. Por ello, un jugador de póquer desarrolla un conjunto de habilidades y herramientas muy prácticas para la toma de decisiones y, sobre todo, una mentalidad muy específica para abordar el proceso, que se prueba tremendamente útil, también fuera de las mesas de juego.
En este seminario aprenderemos más sobre esas habilidades y herramientas. Vamos a aprender a tomar mejores decisiones.Hablaremos de reflexión cognitiva, de intuición, de encuadres y perspectivas, de riesgo, incertidumbre, del pensamiento estratégico, de valor esperado, de sesgos y heurísticas, y muchos otros temas. Estudiaremos la toma de decisiones tanto en los contextos individuales como en aquellas situaciones en las que nuestras alternativas pueden verse afectadas por las acciones de otros agentes involucrados. Si no conoces el juego del póquer o si nunca has cogido un par de cartas en tu vida, no temas, no veremos conceptos específicos de este juego; nos ayudaremos de conceptos teóricos de diferentes disciplinas como la economía, sociología, psicología y la teoría de juegos, para conseguir tener una visión más amplia y una mayor comprensión de nuestros procesos. Veremos muchos de los errores más habituales que todos cometemos en la toma de decisiones y sabremos identificarlos y entenderlos para conseguir evitarlos o, al menos, anticiparlos.
El objetivo último es que consigamos cambiar o ampliar nuestra mentalidad respecto a la toma de decisiones. Una vez aprendamos a valorar correctamente la importancia de una buena decisión, y una vez entendamos cómo podemos manejar y controlar el proceso, desarrollaremos un nuevo enfoque y le perderemos el miedo a las grandes encrucijadas.