Storytelling aplicado al Mentoring (Parte I)
Lo queramos o no, estamos hechos de historias. Nuestra biografía se articula como un relato del que todavía ignoramos el desenlace. Todo lo que nos ha sucedido, aquello sobre lo que se fundamenta nuestro bagaje vital, lo recordamos y lo comunicamos a través de construcciones verbales de carácter más o menos complejo muy semejantes a los cuentos de tradición oral: un protagonista, en este caso nosotros mismos, se ve envuelto en una serie de conflictos que debe resolver. Cuanto más profundos sean los conflictos, mayor será la hazaña y, por tanto, más azaroso e interesante resultará el relato de su vida, es decir, de la nuestra.
Es cierto que el hecho de que el ser humano se fabule a sí mismo es ante todo un acto natural y cotidiano. Sin embargo, existen momentos en los que ser consciente de las historias que han ido conformando nuestra existencia resulta a un tiempo revelador e imprescindible. Esto es lo que ocurre precisamente en la fase previa a una relación de mentoring.
Es importante que todo mentor se conozca a sí mismo. Esto le permitirá calibrar sus habilidades mentoras, explorar sus motivaciones personales, clarificar sus expectativas como mentor, al tiempo que le ayudará a comunicar experiencias que puedan servir de ejemplo al mentorizado. Naturalmente, estas experiencias se encuentran almacenadas en el recuerdo bajo la forma de anécdotas o historias de vida.
¿Cómo conseguir sacar a la luz ese material de primera mano que llevamos dentro?
La primera parte del proceso se basaría en una labor de auto-reflexión. El mentor se comprometería a llevar un registro escrito realizado de manera sistemática e intencionada con el fin de hacer un recorrido por su trayectoria como mentor (si ha tenido alguna experiencia anterior) y, sobre todo, como aprendiz.
En realidad, como veremos a lo largo de estos artículos dedicados al storytelling aplicado al mentoring, esta actitud reflexiva no se ciñe exclusivamente a la pre-fase sino que se debe mantener a lo largo de todo el proceso. En medio de la vorágine de actividades a la que nos somete la vida, la reflexión nos ayuda a ralentizar, nos otorga un momento de reposo propiciando la aparición de recuerdos, la asociación de ideas, la revelación de posibilidades constantemente eclipsadas por el ritmo febril del día a día.
Apoyándose en esta necesidad de pausa entre meditativa y evocadora, el mentor estará preparado para iniciar el viaje hacia su propio relato.