Si eres consciente del posible cambio, ¡¡cambia!!
En alguna ocasión que he tenido una sesión de coaching lo difícil no ha sido el encontrar con el coachee la posibilidad de una mejora en su vida personal o profesional, sino el hecho de que se atreva a dar el salto, el afrontar el cambio.
La famosa ‘zona de confort’ en la cual todos nos solemos acomodar y encontrar a gusto, es realmente el motivo principal de que en ocasiones no nos atrevamos a afrontar cambios a sabiendas de que estos deban de realizarse y que mejorarán nuestro persona y entorno.
Cuando el bebé se encuentra dentro de la madre se siente protegido, no quiere salir, está en su ‘zona de confort’. Y es que desde que nacemos, aunque nuestra conciencia sea mínima, tendemos a establecernos dentro de nuestra zona segura o tranquila. Evitamos la aventura por el miedo a ‘perder lo que tenemos’, a fracasar o sencillamente porque no creemos que el esfuerzo del cambio compense el resultado final.
Pero es cuando nuestro entorno se tambalea cuando muchas veces nos vemos forzados a cambiar, y ojo, no es lo mismo que nosotros cambiemos de forma voluntaria y llevando la iniciativa que vernos forzados a cambiar porque las circunstancias nos obligan. Si en ambos casos se consigue el objetivo del cambio, si lo hubiésemos iniciado nosotros nos llenaría de satisfacción y nos generaría una necesidad interior de superación y afrontar nuevos cambios. Si el cambio fuese forzado, el sentimiento que nos generaría no sería de éxito y superación, sería más bien de alivio por haber conseguido lo que nos obligaron con el cambio.
Vemos cómo se puede llegar a afrontar el cambio y llegar al resultado final idéntico de formas distintas, creándonos sensaciones interiores muy diferentes que determinarán el cómo somos y como interactuamos con nuestro entorno.
Los cambios no deben de ser percibidos nunca como una salida de nuestra ‘zona de confort’ debemos de entenderlos como un desplazamiento hacia delante de la misma con lo cual, si esta se desplaza y nosotros no cambiamos para ir con ella, nos quedaremos fuera, lo que a la larga significará que la situación nos ‘obligue a forzar el cambio’. Por lo tanto, si somos conscientes de la necesidad del cambio, ¡¡afrontémoslo desde un inicio!! ¿Por qué creemos que el cambio es malo? ¿Por qué nos aleja de la comodidad diaria? No nos damos cuenta en ocasiones que es este alejamiento y el afrontar el cambio como oportunidad lo que nos va a garantizar la zona de confort en el futuro.
Eso sí, no quiero decir con esta reflexión que debamos de estar constantemente cambiando, pero sí que, cuando hayamos sopesado todas las circunstancias de un posible cambio y veamos que es conveniente, ¿para qué retrasarlo? Eso puede suponer el fracaso en el futuro y la pérdida de nuestra seguridad.
Si eres consciente del posible cambio y de sus oportunidades, ¡¡cambia!!
Sugerimos leer: Cuestión de actitud más que de aptitud