En qué se parece la mente a Google
El comportamiento que deseas está dentro de ti, sólo que a veces no sabes buscarlo. El proceso es tan sencillo como las búsquedas que haces en Google. Sólo necesita un poco de entrenamiento.
Imagina que estás recibiendo una crítica de tu jefe por algo que has hecho mal. En este tipo de conversación hay básicamente dos reacciones:
1. Algunas personas se echan la culpa a sí mismas, a los demás o a las circunstancias, en un estado de tensión y con una sensación de amenaza. Esto provoca una actitud agresiva, de bloqueo o de huída.
2. Otras son capaces de escuchar con calma a su jefe, comprenderle y a continuación explicar cómo sucedieron los hechos y la intención de su comportamiento, con la propuesta de cómo evitar que suceda en el futuro. Se sienten atentas y abiertas a la comunicación, como un atleta ante una carrera importante.
En realidad, la misma persona puede hacer una u otra cosa. Todo depende del enfoque que le dé a la situación, que muchas veces viene dado por el estado anímico que tenga en ese momento o por la costumbre aprendida.
1.- En el primer caso, la persona piensa en términos de pasado, se enfoca en que se ha producido algo malo e irreparable.
– Si siente que ese mal resultado se debe a ella, se siente vencida y avergonzada.
– Si puede, dedicará toda su energía a probar que no fue la culpable.
– La auto-confianza de la persona se reduce enormemente y la conversación no se enfoca a ideas y acciones de futuro.
Ya imaginarás que, en cualquier caso, se produce un estado ineficaz emocional y operativamente.
Este comportamiento responde básicamente a la pregunta «¿Por qué sucedió?» O incluso «¿Quién fue el/la culpable?»
2.- En el segundo caso, la persona piensa en términos de futuro, siguiendo estas pautas:
– El pasado es inamovible y en ocasiones además demasiado complejo. No vale la pena desgastarse en pensar quién tuvo la culpa, siempre que todos queramos mejorar para el futuro. En eso me enfocaré.
– Todos los implicados tenían la mejor intención, pero algo no funcionó.
– Lo mejor que se puede hacer es asegurarnos de aprender de ese error.
Apenas hay pensamiento de pasado y es fácil que surjan nuevas ideas con una actitud de emociones positivas. Por duro que sea el jefe, es la única opción de que también él tenga una actitud positiva… En el fondo, es el más interesado en sacar soluciones y se sentirá sorprendido agradablemente por el enfoque.
Este segundo comportamiento responde básicamente a la pregunta «¿qué podemos hacer de otra manera?» o a la de «¿qué podemos aprender?».
Como decía, estos dos casos pueden suceder en la misma persona. Todo depende de que sepa buscar en sus recursos, que tenga acceso a sus opciones o estrategias de comportamiento. Estos distintos comportamientos se desencadenan a partir de una orden que nace en milisegundos: la «búsqueda» que hacemos con nuestro diálogo interno, como cuando usamos Google.
Nos susurramos de forma imperceptible la pregunta «¿quién tuvo la culpa?» en un caso, y «¿qué podemos hacer diferente?» en el otro. En ambas opciones la mente busca datos, pero, incluso aunque sean los mismos, los integramos con una interpretación distinta de forma automática.
Esto se traduce en unas emociones y unos pensamientos diferentes que transmitimos en nuestra comunicación. De esta forma, el resultado final será muy distinto.
Y todo nace de una auto-pregunta, de una búsqueda.
Si hay una situación que quieras cambiar, fíjate bien en la auto-pregunta que usas.
Si lo haces, tendrás la opción de cambiarla.
Es más fácil de lo que parece, aunque precisa de entrenamiento.
Vas a tener suerte.
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