Derechos. Por Gregory Cajina
En los últimos 30 años, nuestras generaciones tendemos a pensar en términos de ‘derechos adquiridos’ vs. lo que pensaban nuestros padres y abuelos, que llegaron donde llegaron, a base de ‘derechos ganados’: riqueza, bienestar, solidez familiar, eran valores saludables para los que la opción especulativa, el tiro rápido, encomendarse a los santos o esperar a un caballero blanco que los salvara de las vidas que no deseaban, sencillamente, no eran opción.
Solo había trabajo. Y del duro.
Hoy vivimos en la cultura de la ‘máquina de Coca-Cola’: metemos una moneda y exigimos que nuestra bebida caiga de inmediato en nuestras manos… de lo contrario aporrearemos furiosos a la máquina: comenzamos a trabajar en un proyecto y exigimos los millones de euros que nos merecemos en dos meses; iniciamos una relación de pareja y le exigimos a ella que sea lo que nosotros jamás fuimos a las seis semanas de retozar juntos; nos ponemos a dieta o intentamos dejar de fumar, o salir a correr, y abandonamos tras cinco días porque «no tenemos fuerza de voluntad»
Pues tengámosla, demonios.
La fuerza de voluntad no se ‘tiene’: se entrena. Exactamente de la misma manera por la que decidimos una mañana perezosa entrenarnos a ‘no’ tenerla: a base de p**a repetición, día sí, día también, llueva, nieve o echen cualquier memez por la tele.
Todos en este mundo nacemos igual de desnudos, igual de dependientes, igual de incapaces; con un cerebro virtualmente idéntico que puede aprender a hablar coreano, jugar al tenis, diseñar un satélite, crear valor para millones de personas o decidir exterminarlos. Todo depende de lo que decidamos hacer con ese cerebro a lo largo de eso que siempre creemos que nos sobra, hasta que nos falta, que es ‘tiempo’.
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Los milagros, existen, qué duda cabe. El problema entonces no es que no se produzcan, sino en la absurda expectativa que tenemos de que se produzcan cuando nosotros queremos — de inmediato:
No hay golpe único, no hay lata de Coca-Cola esperando a que se pueda comprar rápidamente.
Pequeños riachuelos, insignificantes, aparentemente inofensivos, a lo largo de los siglos crean cañones descomunales.
Empieza hoy, ahora, con lo que sea que más deseas en este mundo y más pereza te da.
Hoy. Ahora.
No hay ‘es que’ son vacaciones, tengo dolor de cabeza, a la perra en celo o la paella al fuego. Eso es para los que no ‘tienen’ fuerza de voluntad.
Y continúa mañana.
Y al día siguiente.
Dos horas al día, solo dos horas, suponen más de 700 horas dedicadas a un proyecto en un solo año: cerca de 18 semanas, más de un tercio del año neto de trabajo, a tiempo completo, dedicado a tu proyecto, tu misión, tus metas.
Dedicado a Tu Vida.
A ese ritmo serás, sencillamente, imbatible — te propongas lo que te propongas.
No tenemos derechos adquiridos en nuestra vida.
Tenemos solo los que nos ganamos.
Por Gregory Cajina
Yo creo que hay personas que consiguen las cosas sin esfuerzo y personas que se esfuerzan y no consiguen nada. Sí hay quienes nacen con derechos adquiridos y quienes se llevan toda la vida luchando para adquirir sus derechos.