El Plan de Vida
Para quienes estén en plenas vacaciones o vaya a comenzarlas, me gustaría sugerirles que tomen una parte de ese tiempo de esparcimiento y de descanso para revisar qué tal va su plan de vida.
El plan de vida es ese conjunto de decisiones y planteamientos personales libremente elegidos, concernientes a cómo cada cual quiere vivir su propia vida, y que abarca todos los aspectos en los que el ser humano está involucrado: La familia, la aportación a la sociedad, las relaciones personales, el desarrollo profesional, los deseos vitales, el aspecto económico, por ejemplo. Así que cuando hemos decidido lo que queremos vivir o experimentar en esos ámbitos diferentes, nos estamos fijando metas y definiendo nuestro plan de vida.
A la hora de definir cada uno de estos aspectos podemos reflexionar sobre cómo queremos que sean nuestras experiencias, y no solo lo que queremos experimentar en cada una de estos apartados o ámbitos de nuestra vida.
Ayer escuchaba a un hombre de mediana edad hablar de su vida con un amigo al que le confesaba que en términos generales había disfrutados de su vida; pues entre otras cosas, había logrado realizar aquellos sueños que tenía de joven y que se había propuesto alcanzar, como el hacer una larga travesía en su propio barco velero, o vivir una experiencia única en un viaje al Amazonas.
La mayoría de nosotros también tenemos en nuestra mente vivencias, experiencias que nos gustaría tener a lo largo de nuestra vida. Por eso, cuando invito a revisar el plan de vida, parto del hecho de que la inmensa mayoría de las personas poseen ese plan, más o menos explicitado. De ahí que no esté de más preguntarnos qué tal va el desarrollo de ese plan.
Según la respuesta que demos podemos hacer cosas diferentes:
-si el plan se va desarrollando cómo lo habíamos concebido, o incluso mejor, qué mejor cosa que hacer que celebrarlo.
-¿Y si en cambio el plan no se está desarrollando según lo previsto? En este caso, cabe hacernos alguna pregunta, como por ejemplo, qué parte de esos resultados tienen que ver con lo que creemos que podemos tener y disfrutar, y lo que creemos que está fuera de nuestro alcance.
Muy ligado al plan de vida y a su desarrollo están las creencias potenciadoras y las creencias limitantes. Las primeras suponen que el individuo tiene fe en su capacidad para ser. Es el caso de personas que ha obtenido todo lo que esperaba en la vida, e incluso más, y en su discurso no falta nunca una referencia a la creencia que tenía desde niño/a con respecto a sus posibilidades de hacer algo, o lograr algo. Estas ideas, creencias son las potenciadoras, pues sobre ellas la persona va construyendo su historia.
Por el contrario hay otras creencias que en vez de potenciarnos nos limitan, de manera que, por mucho empeño que pongamos en lograr determinados resultados en el ámbito que sea, no los alcanzamos. Son creencias profundas sobre nosotros mismos, o los demás o la vida, que nos alejan de ese resultado deseado. Son creencias que nos dicen que no “somos capaces”, o que “no nos lo merecemos” por ejemplo, y que van a ser un gran obstáculo interior para alcanzar la realización de nuestro plan de vida consciente y libremente elegido. Cuando existen esas creencias, está operando un “guión de vida”, que es muy inconsciente y menos accesible a nuestra voluntad.
Cuando este guión de vida es limitante y no potenciador, tiene su origen en experiencias en las que no pudimos encontrar respuesta a nuestras necesidades, y ante ello, nuestra emoción se quedó fijada y no pudimos hacer otra cosa que darnos una explicación del tipo: “si no me lo dan, es que no me lo merezco” por ejemplo. Podemos observar que, al no ser tenido en cuenta toda la gama de posibilidades que hacía imposible que nos dieran una respuesta efectiva a lo que necesitamos, esa conclusión es más una fantasía que algo lógico y real. Sin embargo, quedó ahí grabada y sigue teniendo poder.
¿Podemos cambiar esas creencias y de ese modo conquistar nuestro plan de vida consciente y elegido? La respuesta es sí. Para eso es preciso que nos pongamos en manos de un profesional que nos ayude, no solo a darnos cuenta de que existe esa creencia en nosotros, sino también a hacer un trabajo emocional y así sustituir la emoción que quedó fijada por otra liberadora, creativa y potenciadora. Al cambiar la emoción, cambia la creencia.
No hay nada mejor que aquello que uno pueda hacer a favor de sí mismo. Por eso , si os encontráis con algún limite en la realización de vuestro plan de vida, no dudéis en buscar soluciones, pues las hay, y permitiros alcanzar todo aquello que constituye vuestros sueños.