Pensar con el cuerpo. Más allá del lenguaje no verbal
Hay una creencia errónea que encuentro habitualmente al ayudar a alguien a expresarse en público: con el cuerpo «tienes que representar lo que explicas».
Puedes tratar de hacerlo e incluso hay asesores de expresión oral que lo pueden recomendar. El resultado que he podido comprobar es que si ya es difícil estar bien orientado en lo que tienes que decir, en cómo decirlo, en utilizar bien la voz, en sentir lo que quieres transmitir, en recordar el contenido,…
Si además quieres manejar conscientemente tu lenguaje corporal, lo más posible es que al discurso le falte naturalidad,… y eso suponiendo que hayas tenido tiempo de ensayarlo todo.
La naturalidad crece uniendo mente, alma y cuerpo:
- Hay ideas claras y una explicación bien estructurada.
- El toque maestro es sumarle unas emociones que el orador siente y canaliza adecuadamente para conectar con el público.
- El cuerpo debe estar LIBRE para fluir, de forma que acompañe y refuerce el proceso emocional y de pensamiento, que se convertirá en un discurso también fluido. De esta forma está garantizada la coherencia natural de palabra y gesto.
Lo que quiero contarte con esta experiencia no es cómo hablar en público, sino cómo a partir de ella podemos descubrir la participación decisiva del cuerpo en nuestra capacidad de pensar… Pensamos con todo el cuerpo, no sólo con el cerebro.
La mejor forma de verlo es con unos ejemplos:
Trata de hacer el gesto que el tío Sam hace en esta foto al tiempo que dices melosamente «hoy no me puedo levantar». Casi imposible ¿verdad?
Piensa ahora en Golum cuando dice eso de «mi tesoro» con el gesto de esta foto. Cópiale y siente su emoción. Experimenta lo fácil que es aumentar esta emoción únicamente concentrándote en el gesto ¿Crees qué alguien puede tener intenciones altruistas poniéndose así?
El gesto influye decisivamente en la creación del PROGRAMA NEUROLÓGICO que condicionará el proceso de pensamiento de la persona.
¿Te has fijado cómo anima y motiva al tenista Nadal su famoso gesto de «¡Vamos!»? ¡Y cómo graba a fuego Escarlata O’Hara su determinación con el gesto, mano en alto, con que dice la frase de «A Dios pongo por testigo que nunca volveré a pasar hambre»!
Este programa neurológico procede de la interacción de pensamiento, emoción y cuerpo, tres vértices de un mismo triángulo, tres puntos de vista de un proceso indivisible.
La propuesta de este artículo es utilizar conscientemente el cuerpo para un proceso óptimo de pensamiento. Por ejemplo:
- Si quieres animarte, puedes hacer tu propia versión del gesto de «¡Vamos!». Ya te imaginarás que Nadal no lo hace de casualidad.
- Si notas que tienes el gesto de Golum, ten precaución con lo que ese programa te hará pensar.
- Si quieres superar un mal humor repentino, prueba a sonreír, primero solo con la boca, después con toda la cara y después con todo el cuerpo. Es posible que puedas teñir tu perspectiva con un color más alegre.
Cuando trates de identificar el lenguaje no verbal de alguien conscientemente (inconscientemente ya lo hacemos de forma natural), piensa que el cuerpo es una representación del proceso de pensamiento que está sucediendo en la mente de la persona. No te bases en un solo gesto, sino trata de encontrar sentido a la sucesión de éstos, como si fuera una película.
Por ejemplo, cuando una persona mira para un lado o incluso lo señala mientras te cuenta las ventajas de una decisión, muy posiblemente su mente, inconscientemente, sitúa en ese lugar estas ventajas. Es muy posible que cuando haga referencia a ellas, vuelva a mirar o señalar el mismo lugar. Si en algún momento mira hacia allí inconscientemente, puedes hacer la hipótesis de que está pensando en esas ventajas aunque no lo mencione.
Lo mismo podría decirse de cuando una persona se pone en una postura determinada. Imagina, por ejemplo, que pone el cuerpo hacia delante diciendo que desea acabar la conversación. Si de nuevo se pone en esa postura, ya sabes en qué puede estar pensando…
Utilizar tu cuerpo para tu mayor rendimiento al pensar es un universo insondable y poderoso, lo mismo que leer los gestos y posturas. Quizá estas líneas puedan servir para despertar tu curiosidad, que puedes desarrollar con la auto-observación, en tus conversaciones o observando las de otros en cualquier cafetería.
Para profundizar en la cuestión de los programas neurológicos, puedes leer «Introducción a la PNL» de Joseph O’Connor, por ejemplo. Para conocer con más detalle estudios neurológicos sobre la relación entre cuerpo y mente, el último libro de Antonio Damasio es el ideal. Desde el Observatorio podemos enviarte el libro «Coaching para Líderes» sobre cómo usar el cuerpo y las emociones para expresarte.