Storytelling aplicado al Mentoring (Parte II)

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plumaDesarrollando técnicas de escritura

En el anterior artículo os hacía una propuesta para que, a través de un pequeño diario, explorarais vuestro pasado como mentorizados y recogierais las historias de tutelaje que de alguna manera os hubieran impactado. ¿Qué tal fue la experiencia? Bien, naturalmente. Tened en cuenta que todo lo que se haya hecho al respecto supone un éxito. Que en vez de 30 minutos todos los días, habéis escrito de diez a doce minutos, fantástico, antes de plantear este ejercicio, nunca se os habría ocurrido reservar un tiempo para esta tarea. Que no habéis logrado ponernos a ello todos los días, estupendo, las veces que lo hayáis logrado son sin lugar a duda un avance.

Podemos desarrollar un poco más estos ejercicios y ofrecer otros antes de pasar a una segunda fase en la que relacionaremos lo expuesto con las competencias o habilidades que se presuponen a todo mentor y con un proceso iniciado de mentoring.

Por lo de ahora, relee el artículo anterior y añade a tu cuaderno un asunto más sobre el que tejer la memoria:

EXPERIENCIAS DE MENTORING 2: Incluye en los apuntes que estás elaborando, historias personales de mentoring en las que tú mismo hayas actuado como mentor. Piensa que, aunque no hayas ejercido esta actividad de manera consciente y oficial, a lo largo de la vida has vivido situaciones en las que de una forma u otra se te ha pedido consejo y, gracias a tu experiencia, has influido con tu aportación personal en las decisiones de otros. No desaproveches ninguna, ni siquiera las de la infancia o adolescencia, todas son relevantes. Recuérdalas, escribe sobre ellas, busca fotos, dibujos, recréalas de alguna forma sobre el papel.

Es posible que a lo largo de estas semanas, te haya entrado el síndrome del folio en blanco y te hayas sentido incapaz de escribir. No pasa nada. Es un miedo muy común no saber por dónde empezar, quedarnos sin ideas nada más sentarnos, sentir que nada de lo que se nos ocurre es importante, vivir un auténtico terror ante el hecho de tener que escribir la primera frase. Para las personas que se hayan sentido bloqueadas, ofrecemos aquí una serie de consejos y dos semanas más de prueba.

CONSEJOS GENERALES: En primer lugar, ten a mano papel y bolígrafo. El ordenador coarta la creatividad en este aspecto, nos impide tachar, hacer flechas relacionando las cosas más dispares, borronear a nuestro gusto.

Utiliza palabras sueltas, metáforas o imágenes ligadas al recuerdo de un mentor o de una situación de aprendizaje, usa también fotografías, recortes de prensa, dibujos, diagramas…

PARA CALENTAR MOTORES: He aquí un par e ideas para relajarnos e ir calentando los motores de la escritura y la memoria:

–       Muchas veces, el problema es encontrar la primera frase. Una vez descubierta, nos sentimos capaces de tirar sin ningún problema del hilo de las palabras. Sé honesto con tu situación ante el folio. Empieza hablando de tu vértigo, diciendo que no eres capaz de recordar nada, de escribir nada, describe cómo te sientes cada vez que lo intentas. Tan pronto como empieces a escribir utilizando este tema como pretexto, encontrarás tu voz y el canal necesario para derivar hacia otros.

–       Quizá te paralice la responsabilidad de tener que poner algo por escrito y necesites desinhibirte. Nuestra cultura otorga a lo que escribimos un peso excesivo. Sin embargo, al igual que lo hablado, aquello que escribimos también se lleva el viento (o el tiempo). En todo caso, un baño de escritura libre o automática siempre ayuda a quitarse los corsés. De la misma manera que se abre un grifo y sale el agua a borbotones, deja que el chorro de las palabras empape el folio. Escribe sobre lo que sea, sólo escribe y escribe todo lo que se te pase por la cabeza sin importar el orden, sin detenerte en ningún momento, sin buscar la lógica de lo escrito; deja que las frases inconexas se sucedan, acepta las incorrecciones gramaticales, los anacolutos, los tachones, la mala caligrafía, hasta alcanzar un estado casi hipnótico en el que el bolígrafo se mueva solo y aflore por medio de él tu subconsciente. Daniel Cassany en su libro La Cocina de la Escritura, recomienda realizar sesiones de un mínimo de diez minutos. Lo importante es escribir, esto es, la cantidad de texto escrito no su calidad. Digamos que aquí el género va al peso sin importar el contenido. Usa este método siempre que te sientas bloqueado. Verás como el resultado acabará siempre por sorprenderte.

–       Comienza con frases hechas para focalizar de alguna manera tu atención. Esta técnica es más concreta que las anteriormente expuestas y ayuda a centrar la escritura. Para poner a tono la memoria recomendamos encabezamientos del tipo: “me acuerdo de….”; “la persona que más me enseñó  de… fue…”; “cuando yo estaba en…”; “cuando me encontré con…”; “En… sucedió que…”; “lo más importante fue…”.

–       Tomar notas. Funcionamos por asociación a través de estímulos. Las cosas más pequeñas e inesperadas activan de improviso nuestra memoria o nuestra capacidad de generar ideas. Pero tan rápidamente como estas imágenes aparecen, se pierden en el olvido. Lleva siempre contigo un pequeño blog de notas o una grabadora para recoger al vuelo estos momentos inspirados e inspiradores.

OTRAS POSIBILIDADES

–       Construye una línea del tiempo que recoja tus momentos en situaciones de tutelaje. Busca un cuaderno o, mejor, una pared o un mural, algo grande que te permita abarcar tu vida con un simple golpe de vista. Establece el punto en el que estás y viaja hacia atrás en el tiempo. Busca los momentos que más te han influido para llegar a ser quien eres. Identifica oportunidades que marcaron tu vida, transiciones relevantes; anota sucesos inesperados, es decir, no planeados pero significativos. Inserta en  ellos los nombres de los individuos que a lo largo del camino han contribuido a tu desarrollo. Hazla visual, llénala de fotos, símbolos, dibujos, notas…

Pon en práctica las ideas ofrecidas en este artículo y en el anterior. En el siguiente, el quinto de la serie, daremos un paso más dentro de esta fase preparatoria, siempre encaminados hacia ese primer encuentro con un mentorizado concreto que nos colocará ante una situación real de tutelaje.

 

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